Pedro, el profeta de vida convertida en poesía.

Esta mañana a sus 92 años falleció el obispo claretiano Don Pedro Casaldáliga. Don  Pedro reconocido mundialmente por su lucha a favor de los desposeídos y por su intensa labor social en Brasil, se le conocía como el Obispo del Pueblo. Casaldáliga visitó Puerto Rico  y luego de su visita le agradeció a la Red de Esperanza y Solidaridad, -una de las organizaciones que lo atendió- el siguiente mensaje:»Gracias, sobre todo por su terca y difícil lucha  contra el imperialismo yanki invasor. Ustedes ayudan a salvar la dignidad de Nuestra América.¡Viva Puerto Rico libre! ¡Paz para Vieques!  
Aquí reproducimos las palabras de  Marcelo Barros uno de nuestros colaboradores y discípulo de don Pedro. El mensaje original esta en portugués la traducción es de la compañera Maribel Franco.
Por Marcelo Barros
Combatí un buen combate, terminé la carrera y mantuve la fe. (II Tm 4,7)
Para quienes lo conocieron de cerca y tuvieron la suerte de convivir con Pedro Casaldáliga no será fácil ver el mundo sin él. Después de todo, desde que, siendo aún un sacerdote joven, llegó a San Félix de Araguaia, en octubre de 1971, pienso que nadie que lo encontró o estuvo cerca no haya quedado marcado. En contacto con él, las personas abiertas a un llamado divino de justicia y paz recibieron siempre aliento y fuerza. Aquellos que, por intereses personales o enajenación de vida, no aceptaron el anuncio del reino, lo rechazaron. Algunos le odiaron. Delante suyo, de su palabra y postura profética era casi imposible mantenerse indiferente.
A quienes en la búsqueda espiritual tuvimos la gracia de encontrarlo, al menos una vez y, todavía más, para muchos de nosotros que tuvimos el privilegio de convivir con él, de acompañarlo en la misión, Pedro siempre nos hizo testimonio del amor divino como fuerza transformadora de las personas y de la sociedad.
En este momento de su Pascua definitiva, muchos hermanos y hermanas se acordarán de cosas bellas que vivieron con él. Otros dirán elogios a sus poemas y a sus escritos «que siempre nos hacen pensar» como él tituló dos los volúmenes de su diario en los años 80.
Puede ser que , luego de algunos días, yo pueda escribir algunas otras cosas. Hoy, la emoción no me deja escribir más, sin mezclar las letras con las lágrimas de saudade, de gratitud inmensa y de acción de gracias a Dios por haber tenido, durante los años decisivos de mi vida a un hermano mayor, un consejero espiritual y un maestro de vida.
Junto con don Tomás, fue él quien nos hizo a Filippo Leddet, a Pedro Recoix y a mí, retomar un proyecto de un monasterio ecuménico, insertado en medio de los pobres, cuando ya pensábamos que en la Iglesia Católica no lo conseguiríamos. De hecho, en el comienzo de los años 2000, aquel proyecto se convirtió en algo muy difícil. Sin embargo, en 1984 Pedro y Tomás nos aconsejaron recomenzar, de manera novel, el estilo de vida que los monjes franceses empezaron el 1961, en Curitiba. A partir de ahí, el Monasterio de la Anunciación del Señor fue una señal ecuménica y pascual para las Iglesias de Brasil y para los movimientos sociales. Cuánto me gustaría encontrar el poema de Pedro sobre los monjes de pies descalzos cuyo ministerio es el mundo.
En esta vigilia de oración intento acordarme lo que aprendí con Pedro en los años que conviví con él en la Pastoral de Tierra, cuando fui a asesorar la prelatura o cuando viajamos juntos e hicimos retiros en común. Es de una riqueza que no puede resumirse, pero que es bueno recordar porque no es una herencia sólo para mí o para él, sino para toda la Iglesia a partir de una espiritualidad liberadora.
Algunos aspectos de esta herencia espiritual:
1. Pedro nos enseñó y nos propuso vivir la fe, descentrados de nosotros mismos y de la propia Iglesia. Él vivía ligado continua y totalmente a Jesús Resucitado, al estilo de Santa Teresa de Ávila, manifestándose presente en los más pobres, en la opción por la justicia y la liberación de todos/as. Pedro manifestaba esto al decir: Absoluto solamente es Dios, y el hambre del pueblo.
2. Desde el comienzo de su ministerio, Pedro insistía: La Iglesia es siempre y principalmente, la Iglesia local. Ah, si Pedro hubiese podido estar presente en el Sínodo de Amazonía y revelarnos como proponía desde los años 70, «amazonizar» la Iglesia.
3. Pedro nos enseñó el amor apasionado por los pueblos indígenas y este amor se manifestaba en todo su estilo de vida hasta el hecho de querer ser enterrado en el cementerio Karajá, a orillas de Araguaia.
Debo en este momento retomar con cariño filial uno de sus poemas que habla de la muerte, pero también de la resurrección como ruta de vida.
Entiérrenme en el río,
cerca de una garza blanca.
El  resto ya será mío.
Y esa corriente franca
que yo, pasando, pedía,
será patria recuperada.
El éxito del fracaso.
La gracia de la llegada.
La sombra en cruz de vida
sobre este sol de verdad
tiene la exacta medida
de la paz de un hombre muerto.
y todo el tiempo es eternidad
y toda la ruta es puerto.
Pedro Casaldáliga: Oración: mi cuerpo como comida
(201:fonte cebi)

 

Aqui el poema en su idioma origina

Enterrem-me no rio,

Perto de uma garça branca.

O resto já será meu.

 

E aquela correnteza franca

Que eu, passando, pedia,

Será pátria recuperada.

 

O êxito do fracasso.

A graça da chegada.

 

A sombra-em-cruz da vida

Sob este sol de verdade

Tem a exata medida

Da paz de um homem morto…

 

E o tempo é eternidade

E toda a rota é porto!

 

Artículo anteriordécada 1989-1998
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