Poemas de Clara Lair

 

LULLABY MAYOR

Duerme mi niño grande, duerme, mi niño fuerte:

que el juego del amor rinde como la muerte.

Alas le dé a tu sueño el éter de quimeras

que ha dejado en tu rostro tan dolientes ojeras.

Clama le dé a tu sueño el mar de los sentidos

que ha dejado tus brazos tan largos y tendidos.

Duerme, mi niño grande; duerme, mi niño fuerte:

que el juego del amor rinde como la muerte…

(¡Allá afuera es la luna y el marullo del mar

en la fragua del trópico brillando por quemar!

¡Allá afuera es la esencia-veneno del jardín,

y los pérfidos astros

avivando, encendiendo azabache, alabastros

en carne negra y blanca: la caldera sin fin

del trópico

trasmutando los cuerpos al corto cielo erótico!)

Duerme mi niño grande; duerme, mi niño fuerte:

que el juego del amor rinde como la muerte.

(¡Allá afuera es el negro camino de miasmas

y mi sombra acechando tu sombra entre fantasmas!

¡Duerme callado y ágil, vigílame la puerta!

¡Que se va si despierta!)

Me quedaré a tu lado quieta, casta e inerme,

mientras tu alma sueña, mientras tu cuerpo duerme.

Quizá ningún empeño

de mi cuerpo y alma

te dé lo que ese sueño…

Quizá la vida fuerte

es nada ante la calma

que te dará la muerte…

(¡Marullo del mar, cállate; sepúltate coquí!

¡Qué así, dormido o muerto, quién lo aleja de mí!)

Duerme mi niño fuerte; duerme mi niño grande:

el sueño de la vida con la muerte se expande…

(¡Porqué no amará a otra, que ni a mí misma amará!

¡Qué la tierra por siempre sus brazos se desquiciará!

¡Ay si no despertara!)

FRIVOLIDAD

Y así dije al amado»Marcharemos unidos.

Será tu nombre el eco de todos los sonidos.

Me trazará el camino la huella de tus pasos.

Me abrirá el horizonte la curva de tus brazos.

Le gritaré a la vida: ¡rompe, destroza, daña!

Yo tengo mi refugio: ¡su pecho es la montaña!

Le gritaré a la vida: ¡hunde, flota al azar!

Yo tengo mi oleaje: ¡sus ojos son el mar!

Y lo seguí al afán y a la ilusión del puerto.

Y lo seguí al vacío y al tedio del desierto.

Lo seguí sola y siempre, horas malas y buenas,

en la luz, en las sombras, en flores, en cadenas…

Y lo creí tan fuerte que le fui mansa y suave…

¡Él, el roble potente y yo, la pobre ave!

Y lo creí tan bravo que le fui fiel, sencilla…

¡Él, el mar tumultuoso y yo la quieta orilla!

¡Ay, uní lo infundible, y estreché lo disperso,

y quise hacer del cieno un lago limpio y terso…!

Mis ojos hechos llanto, mis labios hechos trizas…

¡Y su voz implacable pidiendo más sonrisas!

Mi cuerpo en el cilicio sangrando su querella…

Y su voz implacable diciendo: ¡sé más bella!

Mi alma en el infierno aullando su condena…

y su voz implacable diciendo: ¡sé más buena!

¡Carne fácil y blanda a todos los arrimos!

¡Carne blanda y traidora con uñas en los mimos!

Para todas los mismos rápidos arrebatos

Lúbrico cual los perros…falso como los gatos…

Y ahora digo al amante: óyeme, pasajero,

no me preguntes nunca hasta cuándo te quiero.

Si una noche de luna o una copa de vino

nos reúne en la misma revuelta del camino…

No me digas de sueños ni de sombras macabras

háblame solamente palabras, y palabras…

Júrame por la arena que acoge todo paso,

y lo graba o lo borra al azar, al acaso…

Júrame por la espuma que chispea y que brilla,

y que dura un instante de una orilla o otra orilla…

¡Ah, gato sin escrúpulos que a otras faldas se enreda

cuando ya todo es dado, cuando ya nada queda!

No me brindes los mimos de tus uñas, que ahora

sólo quiere collares de esta gata de Angora…!

Tú frívolo, yo frívola…Soy tu igual, camarada.

¡No has de quitarme todo para dejarme nada!

*Clara Lair nació el 8 de marzo de 1895 en Barranquitas (Puerto Rico) y falleció el 26 de agosto de 1973

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