Lo que destruye
pervive en lo más
profundo,
más allá
de lo que duela
o respire.
Se parece al cansancio.
Es más.
Lo que destruye
agota todo acopio
de fuerza,
provoca una apertura total
hacia lo precario.
Hacia una desnudez
no prevista.
Lo que destruye
es eso que acaba
con la voluntad.
Jamás habrás de escuchar
queja alguna.
Jardín secreto.
Ausente de flores.
— Hiroshi Akatagawa
El mundo es una embajada
de palomas y tigres
aparte, el ruiseñor.
En su vuelo está el origen,
y la apertura entre reinos.
Cuando hunde el pico
en la fuente lo hace tal y como
las vestales consultan
el oráculo,
y con ojo poseso
dan a conocer el presagio.
Toda vez que un ruiseñor
se acerca a la fuente
me quedo quieto, y cuando
ya convencido apuesto que al fin
la muerte hace presencia
en sus alas,
de un salto levanta vuelo.
Queda el agua esparciendo
mi rostro
en ondas concéntricas.
El canto que escucho
es el de la renuncia.