Dios es como yo
Dios es como yo, ateo,
duro, navegador insondable,
vagabundo de risas cortas
y miradas largamente estrepitosas.
Corta sábanas, trae carbón,
destruye paredes, levanta barricadas,
conmueve a la masa de pétalos,
llama a la revolución mundial
y entierra espinas de hambre cósmica.
Es anticapitalista, anticlerical y antiimperialista.
Dios, izquierdista,
es el conspirador perpetuo.
Finitud de Gloria
Un día Dios se metió dentro de mí.
Y lo tuve en mis dedos,
en mi lengua
en mi frente.
Pregunté en mi adentro
por la tierra, el camino,
los machetes.
Ese día me apretó
como una sortija chica
la palabra.
Me bautizó.
Con las manos de un río grande.
Fuimos a las arenas
para escribir en caracteres mortales,
a la roca
para que doliera su lectura,
al viento para que despeinara
la paz de la tierruca.
Ese día llamó
a los elementos del barro
y a la sal del Caribe.
Cuando salió de mí
me dejó con Julia, la muerta viva,
haciendo para Indoamérica
en hogueras de sol
una religión de fuego y agua.
Sepa usted
Soldado: asesino de la patria
Hombre, rechaza el uniforme que denigra.
Yo sé de miles de botas que se hunden
en la tierra nuestra, destrozándola.
Yo sé de la marinería borracha y sádica
que como una avalancha de blanco estiércol
se riega por calles y plazas vomitando
su negro sello de piratas.
Yo sé de los aviones que ametrallaron
nuestros tejados en un día de octubre.
Aquel horrible desprecio que llovía
en fuego sembrando dolores profundos.
No olvides que la luz no pudo ser ocultada
y a su calor la patria suspiró transformándose
como un rojo beso en el abrazo azul y desnudo del aire.