Canción del ahogado
Bajo el mar
la telaraña de luz se fue elevando
y en el zigzag de los cardúmenes
vi un árbol de espejos sueltos
dispersando sus ráfagas de plata.
En los fantasmas de coral reconocí
la sangre más superflua,
la sangre ausente de la ausencia,
la naturaleza esqueletal de todo intento
y toda la nada que no es mar:
toda la Nada.
La breve cópula de las estrellas
me recordó una mano latiendo dentro de mi mano
para siempre fugaz.
Probé la tierna carne de los peces
que leyeron en mi lengua su destino de Jonás
para que todas mis vísceras
asumieran la armadura de la escama
y ya no dolía Nada.
En medio de mi oscuridad
las medusas danzaron la escarcha de sus lámparas,
vi la mano de Dios
deslizándose secreta como un calamar gigante.
Y no quise volver.
Memoria me moría
Con palabras aleves memoria me moría.
Memoria me acusaba, memoria me acosaba
con sus dulces secretos, relámpagos y luces.
Lactaba la mentira acogida a su seno.
Memoria me acostaba sobre sus faldas frías,
sus faldas que giraban, giraban, que giraban,
con sus muy memoriosas arandelas de tules
que iban trocando cosas para adquirir más vuelo.
Memoria me hechizaba, me besaba la boca.
Vivir entre sus faldas era cuanto quería;
enredarme en su pelo telaraña y rocío,
buscar entre sus ruedos un poco de mí misma,
este poco que ahora lentamente se agota.
De mi cadáver tibio nace limpio el Olvido.
EL AMA DE CASA
Hoy limpié las ventanas,
las puertas,
y las escaleras que dan a la calle.
Al fin encontré un buen uso
para el calzoncillo que dejaste.
Los habladores
Hay hombres que son muy elocuentes antes del amor
pero la cama los enmudece.
Tras sus pequeños textos
suelen sufrir epílogos de nieve.
En fin, la flor de los oximorones.
También están los otros
los que se vuelven narrativos sólo después de amar
y van haciendo de dormir un verbo hipotético.
Improvisan biografías a tu nombre:
-Yo siempre te esperé (para que me adoraras)
Esos pequeños dioses
cargan su ego ad-herido en un back-pack
como los moluscos terrestres
son lentos y pesados
y dejan una resplandeciente estela
-de baba-
tras su andar.
Hay hombres que hablan bien mientras están conduciendo.
Te miran a intervalos, pero sus ojos son inatrapables.
Nunca se entregan por completo
y no ameritan más de un polvo o cuatro versos.
Están los que necesitan un prolegómeno cuadrado
con platos, flores, copas
y discusiones político-filosóficas.
Son, por lo general, buenos amantes
se saben la poesía de Neruda
y conocen técnicas orientales.
En fin, la flor de la cultura.
También existen los que sufren
un síndrome de película francesa.
Necesitan ser dramáticos, brillantes
producir las mejores carcajadas, las mejores lágrimas.
Irradian la tarifa de un poema
si viajas en su cuerpo.
Son buenos idilios, pero muy fugaces.
Y los malabaristas de la bruma
ejercen los más extraños verbos
para [decl]a(m)a{r}se feministas
discursan posmodernos y abusan del paréntesis.
Suelen ser políticamente correctos
hasta que la abyección de la palabra amor
les asalta el desvelo
y pretenden administrarte las acciones
y hasta los pensamientos.
En fin, la flor de la ironía.
Y los poetas,(!qué contar de esos
especímenes resúmenes de lo que estoy diciendo!)
Hábiles diccionaristas
pertrechados de palabras como para una guerra
te toman por asalto, te invaden, te acribillan.
Perversos
te acosan cada célula
hablándote de amor.
En fin, flores de perdición.
Nombre de pila
Tú deberías llamarte Dagoberto
tener un ojo menos
lucir alguna tara de advertencia
y no saber besar
hablar como en graznidos
tener por piel en vez de terciopelo
todo un muestrario de microcultivos
de una vez dedicarte a carnicero
deberías
oler como los muertos
y a tu paso
hacer que las pupilas se arrojaran de los ojos
y los niños volvieran a sus vientres
espantados
Dagoberto
y no joder así
mi corazón.
Kattia Chico. Puerto Rico, 1969. Poeta puertorriqueña nacida en Costa Rica. Es profesora en la Universidad de Puerto Rico. Su poesía ha sido premiada y publicada en varias antologías poéticas, perióicos y revistas en Puerto Rico y el extranjero. Su libro Efectos secundarios fue publicado por la Editorial Terranova.