8
¡Escúpelos, Matos Paoli, escúpelos!
¡Porque no dejarán de picarte la sombra, pero
yo te defenderé con los místicos del cielo!
¡Cinco elucidarios más este año!…
La censura temblará delante del poeta.
Cantaré delante de la muerte y
me reiré de los que se ríen de mí.
Me reiré de los que envidian mi nombre.
¡Ríete, Yván, ríete y fumemos,
porque derrotamos la censura!
¡Derrotaremos a los anexionistas!
Y celebraremos la locura de Dios. Porque
la oblea es peor que la eucaristía del Érebo.
¡Escúpelos, Matos Paoli, escúpelos!
14
¡Yo soy el que ha matado al poeta!
Yo soy el ocaso (la medianoche,
el ataúd) y por eso puedo decir no al
crimen y no a las tumbas; no al santo
y no al canalla. La muerte es breve
como la vida. La vida es breve como el
suicidio. No sé a dónde iré debajo
de la tierra, ni sé cómo me iluminé
debajo de la luna. Andrómeda avanza.
Y seremos arrojados del Érebo. El
hombre ha inventado el terror. El hombre
ha inventado la muerte. Tú, lector,
eres el más terrible de los hombres.
¡Tú, lector, eres el asesino de Dios!
Pasifae
Mareado, como si me hubiera faltado
la realidad, como si me estuviera faltando
el alma. Llamo a mi puerta y no me hallo.
Debo de estar vacío, debo de haber salido.
Me asomo en mi bastón a los caminos
y solo oigo a los susurros de las heliconias:
la muerte tañe su arpa y la muerte
cata el sabor de la cirrosis. Debo
de haber comido la luna y debo de haber bebido
las rosas. Nauseabundo, escribo que estoy
mareado en la bañera de Caronte. Creo que he
bebido mi alma, Pasifae. Creo que he
comido mi nombre filimelemente. Vahído estoy,
como si la realidad me hubiera atropellado.
***