Por las salas de cine de arte de Nueva York

Nueva York siempre ha sido una de esas ciudades donde caminar es una actividad diaria, comprar en colmados y pequeños mercados del vecindario es la mejor opción, visitar exhibiciones de todo tipo en grandes y pequeños museos y galerías y poder ver cine de cualquier género, independiente y comercial, proveniente de cualquier parte del mundo además de festivales pequeños y enormes (como los que la compañera Soledad Romero comentó hace dos semanas) es parte del diario vivir. Por eso trato de visitarla una vez al año aunque sólo sea por una semana. Incluyo tres filmes de los cuales dos de ellos llegaron a Fine Arts.

Stefan Zweig: Farewell to Europe

Directora: Maria Schrader; guionistas: Maria Schrader y Jan Schomberg; cinefotógrafo Wolfgang Thaler; elenco: Josef Hader, Barbara Sukowa, Aenne Schwarz, Tómas Lemarquis, Charly Hübner, Harvey Friedman, Lenn Kudrjawizki, Nahuel Pérez Biscayart, Mathias Brandt.

Aunque no tan conocido hoy en día como Thomas Mann—dos de los escritores más importantes en lengua alemana de las décadas de 1920 y 30—los libros de Stefan Zweig tuvieron una gran popularidad y diseminación tanto en Europa como en las Américas. En 1948 Max Ophüls llevó a la pantalla su Letter from an Unknown Woman con Joan Fontaine y Louis Jordan y en 2004, la directora china Singlei Xu la adaptó al Pekín de 1948. Este filme no intenta ser una biografía de Zweig sino un viaje impresionista de sus años de exilio de Austria, su país natal, de 1934 a 1942. En cinco episodios y un epílogo exploramos la figura pública y privada mientras trata de reconstruir parte de su vida en Nueva York por un breve periodo y luego Brasil por el resto de sus años. Por supuesto, la pregunta continua de periodistas, políticos, críticos y otros escritores es ¿cuál es su posición sobre lo que ocurre en Europa y específicamente en Alemania y Austria? ¿Por qué no denuncia la dictadura y fascismo y específicamente la persecución de los judíos como él?

Pero la posición que asume Zweig, tanto en la conferencia del PEN Club de 1936 en Buenos Aires como en su estadía en Nueva York y luego su residencia en Bahía y en el lugar que convirtió en su hogar, Petrópolis, Brasil, es que para condenar algo hay que estar presente en ese lugar y tiempo y que Hitler no es el pueblo alemán. Como muy bien saben los escritores que se han exiliado en otro país, es muy difícil —y a veces imposible— seguir siendo el mismo escritor y hasta poder escribir nuevamente. Seremos parte de sus conversaciones con amigos, nuevos y de antes, familiares y ayudantes. Los episodios son escenas que apenas se mueven físicamente pero sí emocionalmente. Y el epílogo utiliza el mismo estilo de la apertura con una cámara estática que nos obliga a ver cada detalle del encuadre en todo su esplendor y tristeza.

Norman: The moderate Rise and Tragic Fall of a New York Fixer

Director y guionista: Joseph Cedar; cinefotógrafo: Yaron Scharf; elenco: Richard Gere, Lior Ashkenazi, Michael Sheen, Charlotte Gainsbourg, Dan Stevens, Steve Buscemi, Jonathan Avigdori, Yehuda Avigdori.

Para los seguidores de Richard Gere (entre los que no me cuento aunque mis filmes preferidos con él son Pretty Woman, An Officer and a Gentleman, Internal Affairs) y los residentes de mucho tiempo de Manhattan, Norman es perfecto por sus manerismos, bullshiteos y su atractivo físico. Para los que no caen en estos grupos tienen que darse veinte minutos para acostumbrarse a su personalidad. Pero una vez lo hacen ya se hacen parte de una historia que parece dar vueltas sin dirección pero que en un momento dado cada pieza caerá en su lugar. Norman Oppenheimer pasa, al parecer, todo su tiempo haciendo contactos de posibles negocios por las calles principales de Manhattan. A través de un primo se pondrá en contacto con un perfecto extraño, que a su vez lo referirá a otro contacto que puede acercarlo a algún grupo de poder. A pesar de que todas estas diligencias las hace entre judíos, lo que vemos son las divisiones por familias, dinero y lugar de vivienda. Norman intenta traspasar estas barreras con sus cuentos de conexiones mayormente falsas.

Norman es un hombre en sus 60+ muy bien informado y conocedor de la ciudad quien un buen día se topa con el Ministro de Finanzas de Israel, Micha Eshel, y con su simpatía y “charm” logra pasar una tarde con él. Intercambian regalos y teléfonos personales con la suerte de que tres años después Eshel se convierte en Primer Ministro de Israel. Pero contrario a Benjamin Netanyahu, éste nuevo mandatario quiere buscar la paz con “sus enemigos”. El resultado es que los miembros del knesset y su propio partido conspiran contra él para que pierda su posición. Aquí entra Norman ya que será la ficha que buscan para probar que Eshel es corrupto. Mientras tanto qué sabemos de Norman: ¿dónde vive? ¿con qué ingreso cuenta? ¿tiene familia? ¿cuán vulnerable es? Algo de esto sabremos a través de una investigadora especial y del rabino y la sinagoga a la que pertenece.

The Zookeeper’s Wife

Directora:Niki Caro; guionista: Angela Workman; autora: Diane Ackerman; cinefotógrafo: Andrij Parekh; elenco: Jessica Chastain, John Heldenbergh, Daniel Brüll, Timothy Radford, Val Maloku, Efrat Dor, Iddo Goldberg, Shira Haas, Michael McElhatton.

Aunque mi viaje el año pasado fue a Cracovia (donde se re-construye y renombra Auschwitz y se construye Birkenau) y este filme se centra en Varsovia, las atrocidades Nazis son evidentes en ambos lugares. Quizá por Varsovia ser la gran ciudad su población no-judía tardó más en captar la violencia y el terror de la ocupación. Pero sí fue uno de los pocos lugares ocupados por Alemania que organizó un ejército rebelde compuesto por polacos comunistas, judíos y otros grupos nacionalistas. El gran maestro de cine, Andrzej Wajda, captó este capítulo de su historia en dramas muy personales como A Generation (1955) y por supuesto, el clásico Kanal (ganador del Premio del Jurado en Cannes en 1957). Otros filmes que recogen esta época histórica son: Jakob the Liar (1999 con Robin Williams), The Pianist de Roman Polanski (ganador de la Palma de Oro en Cannes, BAFTA, César, Goya y Oscar por Mejor Director, Actor y Guión en 2002) y más recientemente Warsaw 44 del joven polaco Jan Komasa. Con todos estos antecedentes, The Zookeeper’s Wife no pudo encontrar el mejor camino para narrar una historia de gran heroísmo y calor humano para todo ser viviente.

Administrar un zoológico —en este caso el más importante de Varsovia— no es nada fácil y requiere dinero, apoyo estatal y comunitario y un amor incondicional a los animales que habitan el espacio. Esto es lo que ofrece la familia Zabinski, especialmente Antonina quien ha podido integrar los espacios familiares como áreas de protección para los más vulnerables. Será precisamente este logro el que le permitirá a la familia ofrecer un espacio seguro a un impresionante número de judíos que han sido arrojados de sus casas por el ejército Nazi e internados en el gueto. El poder mantener la casa en silencio mientras personas ajenas limpian, cocinan o visitan y a la vez tener soldados en las afueras de los portones del zoológico es la fortaleza que desarrollan todos pero especialmente Nina porque es ella la que tiene que lidiar con las autoridades que le han permitido mantener el zoológico abierto a pesar de haber perdido la mayor parte de su fauna en los múltiples bombardeos que anunciaron la llegada de los Nazis.

Lo que no permite que este primer filme, dirigido por una mujer sobre este tema, capte la agonía de vivir una situación que nadie sabe hacia dónde va, cómo terminará y qué pasará con la familia, los amigos, los animales, el hogar de todos y el país, es el tempo de sus escenas que tienden a alargarse sin momentos dramáticos que sean los que mueven la acción. Aunque Jessica Chastain desarrolla muy bien su personaje de Nina, lo mismo no se puede decir de los otros a quien vemos con poca interacción o, en el caso de Daniel Brüll como Lutz Heck, casi sin tonalidades.

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