Por quienes la historia viva se puede tocar

CLARIDAD se une a la pena que siente el pueblo de Cuba ante la partida de uno de sus mejores hijos, el compañero Eusebio Leal. Tuvimos el privilegio de entrevistarlo en 1994, su conocimiento de nuestra Patria y de nuestro quehacer periodístico no se hizo esperar.  Gracias por tanto.

 

Por Héctor Iván Monclova/En Rojo

 

Tú me recuerdas las calles de La Habana Vieja.

Silvio Rodríguez

 

La catedral sumergida en su baño de tejas. El Mercado de Artesanías, donde los transeúntes se tornan en un homiguero policromado el sábado y el domingo, la Casa de Puerto Rico, donde se respira el aire que bate la otra ala,el Museo de la vieja Ciudad, El Morro con sus cañones apuntando al mar en espera de tener siempre lejos su utilidad de pólvora. Vayamos de la mano por el tiempo, pero que la imagen no invoque al efecto visual de una cinematografía consagrada a la ciencia-ficción más digerida. Mejor caminemos por los adoquines de un continuo histórico. Para el viaje se requiere algo más difícil de dar. Se necesita proporcionalmente equivalente a un Martí pisando esos adoquines con su mirada aguileña como al corpóreo  que se recuerda en las fotografías con los brazos hacia atrás. Sólo así el resultado del viaje deja para una narración completa y acertada da un tiempo que es unidad indivisible sin extrañezas.

La Habana Vieja el Centro Histórico de la Capital-cubana es como recordamos al Viejo San Juan cuando tenía los colores  que correspondían, los de la sobriedad de un bastión militar español, con una extensión varias veces mayor. Su configuración final es decimonónica,tiempo de dos revoluciones que en verdad eran una. Que son una. En la sesión del 14 de diciembre de 1982, celebrada en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO)), en París, el  Comité Intergubernamental para la  protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural  declaró el  Centro Histórico de La Habana y su sistema de fortificaciones Patrimonio Mundial. Lo que nosotros tenemos por sobrentendidos de piedras es de alto valor en acrecentadas latitudes del mundo.

Pero esta ciudad como muchas en el hemisferio se ha visto en peligro por una borrachera de modernidad cuyo verdadoro rostro se encuentra en una orientación de mercado, especialmente en aquellos tiempos del turismo burdo de casinos y lugares clones. A esos embates que arrasaban lugares con su historia, le hacían  frente aquellos qua querían preservar la única presencia material de los años. Uno de ellos fue el Dr. Emilio Roig de Leuchsering. Él en 1938 fundó la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Museo. “EI Doctor Emilio Roig fue un apasionado defensor de la causa de la Independencia de Puerto Rico, fue un cultor de la historia de Puerto Rico y de la de Cuba y su interelación. Quiere decir Hostos, Betances. Segundo Ruiz Belvis, Albizu Campos, todo cuanto se movió en Puerto Rico en un siglo de cultura y de sentimiento y pensamiento de identidad, él lo abrazó con pasión. Por tanto, nuestra oficina es heredera y yo también soy heredero de esa vocación y de ese deber «. El  que nos habla es Eusebio Leal Splenger, el historiador de La Habana, actual Director de la Oficina y el Museo. El también es heredero de otra tradición con otras vocaciones, y deberes que fundó Roig y muchos como él, que no sólo han dejado una institución con el compromiso de fomentar la cultura habanera, nacional y sus vínculos, internacionales, sino una de las mejoras escuelas de restauración del mundo, con lo mejor de la tradición europea y con esa cualidad tan casi privativa de Cuba que es la adaptación. «Con la prédica hubo adaptación  y se descartaron métodos en Cuba no aconsejables, así se ha desarrollado una metodología propia.”

En 1981, una estrategia de acción al centro de la cual se sitúa la Oficina del Historiador de la Ciudad es aprobada por la Asamblea del Poder Popular, que desde que fue constituída en 1977 le daría prioridad a la preservación de los patrimonios nacionales. El acto posterior a la tinta sería el proyecto de restauración de esa vieja y viva ciudad.

Así la vida y el tiempo vigente ha sido retomado en estos once años por  lugares como el Castillo del Morro, la fortaleza de la  Cabaña y la Catedral, entre otras. Eusebio Leal es de los principales responsables de la restauración de la Ciudad, una desarrollada en varios pasos sucesivos: investigación histórica, arqueológica y de pintura mural; proyecto y ejecución da los trabajos. Nos la define como un grito de identidad, o la defensa de un valor que no se puede perder. Nos comenta que además de la cualidad de bondad y nobleza que mucha gente cercana al proyecto la ha visto, se le ha visto actualmente, en términos económicos posibles beneficios al país. “Porque muchas personas que vienen a Cuba quieren, necesariamente y por sobre todas las cosas ver La Habana Vieja. Que dentro de la gran Habana hay también una ciudad mitológica, que por muchas razones ocupa un lugar privilegiado. Entonces a eso me dedico yo con fuerza, con pasión, con interés.”

En ese pasado cubano hermanado encontró un amor con Puerto Rico en conjugación presente. Hace algunos años, nos confiesa Leal, visitó nuestra Isla y se encontró en el ante nosotros a Martí hablando con Betances. En su escritorio tiene una bandera con -colores invertidos al de su Patria. «Esa bandera de Puerto Rico que ve ahí en mi mesa no esta puesta para usted, esta puesta siempre. Esta puesta desde que yo viajé a Puerto Rico, está como un recuerdo permanente.” Allí se encontró con su igual, en términos de oficio, Ricardo Alegria, estuvo, lo que define como privilegio, hablando de Albizu frente a su tumba y ante sus familiares y conoció a muchas personas que “forman el espectro de la cultura nacional y al pensamienlo social y cultural del Puerto Rico de hoy”

Entre otras cosas  representativas de lo  que es nuestra Patria conoció también a CLARIDAD. Con motivo de sus 35 años nos dijo; «Quiero decirle a los amigos de CLARIDAD  en este 35 aniversario que que yo bien sé lo que conlleva la edición del periódico. Bien sé quienes son, bien sé cuántos sueños, cuántas esperanzas y  cuanta irrenunciable vocación de nacionalidad y de la grandeza que hay en cada línea de cuanto se ha hecho. Yo sé el precio que se ha pagado en  varias ocasiones, cuánta incompresión y amargura por el compromiso que CLARIDAD supone”.

 

La compañera Alida Millán Ferrer colaboró con esta historia.

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