Por una sociedad no patriarcal

 

Por Marcelo Barros / Especial para En Rojo

En Brasil, el segundo domingo de agosto es considerado “día de los padres”. La fecha puede hacernos preguntar qué significa ser padre en una sociedad que experimenta siempre profundas transformaciones. Estudios garantizan: hace 8,000 años, la mayoría de las civilizaciones antiguas se organizaban de manera matrilineal. La referencia de la sociedad era la madre. En esa forma de organización, hombres y mujeres vivían en situación más igualitaria y la propiedad de la tierra era comunitaria. Había cierta igualdad sexual y las sociedades eran más pacíficas.

Desde cinco mil años, en las sociedades agrícolas, los hombres se han convertido en jefes de familia. En esas sociedades patriarcales, la historia se convirtió en una sucesión de guerras y conquistas, con fuertes diferencias de clase social. Empezó la esclavitud para enemigos de guerras y para pobres endeudados. Hasta el día de hoy, la sociedad sigue siendo patriarcal. Pero ese modelo de organización social ya no funciona. Por otro lado, todavía no se ha encontrado otro estilo de relaciones familiares. Madres y niños se desgastan en la lucha por la supervivencia, y, en la mayoría de las veces, los hombres resuelven el problema por su ausencia o cumpliendo meras obligaciones económicas.

Todos saben que ser padre biológico no es suficiente. Hoy en día, incluso vasos de laboratorio garantizan esto, sin necesidad de presencia humana. Lo importante y desafiante es ser padre en la construcción diaria de una relación de diálogo, en la cual los niños en crecimiento puedan contar con diálogo y apoyo emocional. En Brasil, la duración promedio de los matrimonios es de diez años. En la mayoría de los casos, lo que sobrevive es una familia nuclear, compuesta por madre e hijos, donde casi siempre falta la presencia positiva y no dominante de hombres.

El mundo necesita una nueva forma de ser padre. La función de los padres es necesaria para el equilibrio de la familia, para una relación más justa con las mujeres, para la salud psíquica y emocional de los niños, y para la organización de una sociedad más igualitaria y pacífica.

Movimientos sociales y organizaciones populares son espacios de discusión sobre ese tema. Transforman a hombres y mujeres en protagonistas que ensayan nuevas relaciones familiares y sociales. Allí, la paternidad es vivida en una relación de género – hombre y mujer – tejida en complicidad y diálogo creativo. Ser padre y madre en una sociedad no patriarcal solo se ensaya en el compromiso de la justicia, en el trabajo de creación artística y en el compromiso con el futuro del planeta.

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