Presentación de «Tire al blanco»

Por Carlos Quiles

A través del tiempo, los residentes de la isla Puerto Rico hemos estado debatiéndonos entre ser o no ser. ¿Somos un país? ¿Somos una nación? ¿Somos una colonia?

De acuerdo al diccionario la palabra país, en su primera acepción, significa “estado independiente”, cuyo sinónimo es nación. En su segunda acepción es un “territorio que constituye una unidad geográfi ca o política, limitada natural o artificialmente.” En su tercera acepción significa “conjunto de los habitantes de un territorio.”

La palabra nación, de acuerdo al mismo diccionario, se refiere a “conjunto de habitantes de un país regidos por un mismo gobierno.” En su segunda acepción se re ere al “territorio que abarca este país.” En la tercera acepción se dice del “conjunto de personas de un mismo origen étnico que tienen unos vínculos históricos, tradicionales y culturales comunes, tienen conciencia de pertenecer a un mismo grupo diferenciado, generalmente hablan el mismo idioma y, en ocasiones, comparten territorio.”

El diccionario presenta siete acepciones de la palabra colonia. Para los propósitos de este trabajo, vamos a utilizar la tercera acepción que se refiere a colonia como un “territorio alejado de las fronteras de un país extranjero y dominado por este administrativa, militar y económica mente.”

Los poetas de esquina, como este servidor, los que andamos por las calles entremezclados con la gente, tenemos amigos de diferentes categorías: mecánicos de automóviles, técnicos de refrigeración, billeteros, vendedores de bolita, bohemios empedernidos, médicos, entre muchos otros. Entre ellos, abogados que nos ayudan a entender estas cosas que aquí planteamos desde el punto de vista legal y político. De acuerdo con este querido amigo abogado, que es quien prologa este libro, en ciencia política la característica esencial para de nir lo que es estado, es la tenencia de soberanía, porque lo hace independiente políticamente. Dado esto, Puerto Rico no es una nación estado, precisamente porque carece de soberanía política, porque está dominado “administrativa, militar y políticamente”. Según lo estipula mi amigo abogado, eso es una verdad irrefutable que queda establecida como tal por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos en los casos de Pueblo vs. Sánchez y en el caso de Franklyn, que nos sacó de la quiebra federal.

Sin embargo, me aclara mi amigo, en el sentido sociológico sí somos una nación, porque sus constituyentes tenemos un idioma común, un mismo origen étnico, vínculos históricos, tradicionales y culturales comunes y una conciencia de pertenencia a un mismo grupo. Esto queda, aclarado en el caso de Myriam Ramírez de Ferrer vs. ELA.

De acuerdo a estas reflexiones y estos hechos que nos trae el abogado, Puerto Rico, entonces, ha vivido y vive en un dilema existencial dado que sociológicamente es una nación pero políticamente no, porque Estados Unidos le ha usurpado su soberanía, la que ha sido reclamada consistentemente por un grupo considerable de los ciudadanos de esta isla, desde los primeros momentos de ser invadidos violentamente por aquella nación. Este dilema existencial es el que tenemos que resolver tarde o temprano.

Los poetas que andamos por otros rumbos que no son legales, tratando de manifestar la belleza, el sentimiento estético a través de la palabra, interpretamos los sentimientos de otra forma, bien sean políticos, sociológicos o de la naturaleza que sean. Intentamos decir lo indecible, tratamos de elaborar la naturaleza de la vida de otra manera, extraña tal vez o muy subjetiva o etérea.

En esta isla vivimos en unas condiciones que no permiten, porque el tiempo no da, que la gente que anda “con los pies en la tierra” pueda formar sus propias opiniones, lo que es representativo de la condición humana.

Los poetas, sin embargo, porque no vivimos en este mundo, simplemente lo habitamos, mediante la imagen poética, intentamos reivindicar la conciencia individual, tratamos de sintonizar al individuo con esa conciencia universal que es mucho más real que la que nos imponen a través de otras imágenes, subjetivas también, que mantienen el status quo y el sistema injusto del capitalismo voraz.

Como la poesía tiene intrínsecamente el poder de transformar las cosas, tiene entonces la capacidad de ayudar a entender ese dilema existencial con el que vivimos como pueblo. La poesía ayuda a estimular la conciencia de eso, más aún, a que se combata.

A nuestro país le ha sido usurpada su nacionalidad políticamente, le ha sido robada su conciencia nacional. El sistema político nos ha sido impuesto y se nos niega el derecho a la libertad, el derecho a ser nación en ese sentido. A los que luchamos por ese derecho, por esa libertad, se nos persigue, se nos ataca, se nos condena y se nos encarcela. El sistema político se construye, se puede deshacer. La condición sociológica la llevamos en la sangre, es imborrable. El poeta consciente de esto está en la obligación de luchar con su poesía, que es su arma principal, para que la condición política se elimine, porque no es imborrable, y salgamos del dilema existencial que nos nubla el pensamiento.

De acuerdo a nuestra apreciación, aunque pueden haber otras, fundamentalmente hay tres maneras que podríamos utilizar para salir de ese dilema, que no puede ser otra cosa que lograr la independencia política, liberarnos del dominio y sojuzgamiento al que nos tiene sometido los Estados Unidos de América. Estas tres formas de lucha son: el voto en las urnas, que también tiene un análisis muy particular, la diplomacia internacional y la lucha armada; cada una tiene sus pros y sus contras, que habría que enumerar y analizar profundamente. Esas tres formas de lucha por la libertad política, no solo son aceptadas por la opinión general, sino que de hecho, han sido utilizadas, las tres, a través de la historia en los procesos libertarios de los pueblos sometidos, incluyendo a los Estados Unidos de América.

No pretendemos en esta presentación hacer un análisis sobre el estado colonial de Puerto Rico, lo que conlleva mucho estudio, mucha reflexión, mucho análisis y un gran sentido de responsabilidad, aun cuando la situación parece tan obvia. Tampoco, meternos con la poesía en esa vorágine es el objetivo de este trabajo. Sin embargo, sí pretendemos a través de la poesía, hacer una representación lírica de la épica en la lucha por la independencia de Puerto Rico. Además, señalar y condenar el sistema capitalista norteamericano y los grandes intereses que lo representan, domésticos y extranjeros, como los culpables y causantes de los problemas que nos aquejan como pueblo: administrativos, económicos y políticos, incluidos la salud (física y mental), la educación, el daño al ambiente y en muchos otros aspectos. Contra ellos debe ir dirigida nuestra lucha, la de todos los puertorriqueños, para poder reformar nuestro sistema de vida y reconstruir el país de manera que podamos tener una sociedad con calidad humana, justicia, salud física y mental, buena educación y una moral y ética colectiva. Es decir, tener una población con una buena calidad de vida, con un buen nivel de felicidad.

La poesía, además de ser un arte, es también un arma. Ante la situación colonial de nuestro país, el poeta consciente y comprometido tiene que tirar al blanco, tiene que disparar.

El libro se presenta en CLARIDAD el 26 de septiembre.

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