Privatización, capitalismo del desastre y la red de transmisión de electricidad

Especial para CLARIDAD

La privatización es un evento financiero donde un bien en manos del gobierno pasa al sector privado. Desde el punto de vista ético no es ni bueno ni malo. Desde el punto de vista político esa visión es diferente. Para la derecha capitalista es un evento deseable. Para la izquierda de la social democracia no necesariamente lo es. Una nueva tendencia es el capitalismo del desastre. Esto es cuando luego de un desastre natural llegan ofertas para privatizar bienes gubernamentales a precios altamente descontados. Esto ocurre a cambio de capital, exigiendo la eliminación de múltiples reglamentos y regulaciones, y acompañado con la promesa de mayor eficiencia.

Mucho se habla de privatizar la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). Particularmente, las plantas generadoras de electricidad y la producción de energía eléctrica. Todos proponen que la red de transmisión y distribución se quede en manos del gobierno, ya que «no es rentable», «no deja ganancias». Un dato interesante es que las plantas generatrices resistieron los embates de Irma y María, pero se cayó la red de transmisión y distribución, como en todos los huracanes de nuestra historia moderna. Por lo tanto, con las propuestas de privatización en el tapete muy poco habría cambiado de lo que estamos viviendo. Estaríamos discutiendo cómo renergizar al país y por qué los esfuerzos toman demasiado tiempo, la ineficiencia del proceso y del diseño de la red. Ya llegaron ofertas de capitalismo de desastre para el sistema de energía eléctrica que van desde la propuesta de la compañía Tesla, una propuesta experimental interesante pero donde falta todo tipo de detalles, y varias alianzas público-privadas no solicitadas que crearían monopolios privados de servicio al gobierno.

La privatización no ha sido una panacea. Vemos las dificultades de múltiples sectores privados en restablecer sus servicios. Vivimos las dificultades en restaurar las telecomunicaciones en esta crisis, los problemas con la distribución de combustible, las limitaciones de la banca, los obstáculos en la cadena de distribución de alimentos y bienes de consumo, por mencionar algunos. El sistema gerencial de inventario de «just-in-time» y de «lean operations», basado en minimizar costos de operación y costos de servicio como primera prioridad, demuestran su vulnerabilidad en los desastres. Los análisis de riesgo operacional fallaron al no tener planes de contingencia efectivos para eventos extremos («black swan events») como dos huracanes consecutivos (María de categoría 5). El impuesto retrógrada al inventario empeora esta situación.

La dependencia de la sociedad moderna en el suplido y distribución de energía eléctrica es la gran vulnerabilidad de la sociedad digital. Somos una sociedad dependiente de los sistemas de transporte terrestres y marítimos para asegurar suficientes abastos de todo tipo de bienes y materiales; una isla que depende del transporte aéreo y de sus puertos para asegurar su supervivencia.

Estoy seguro de que en un futuro cercano, si se da la privatización de la AEE según propuesta, vendrá un nuevo cargo, altísimo, para «mantenimiento y mejoras capitales a la red de transmisión y distribución».

No podemos volver a construir un sistema energético similar al que tenemos. Este fue diseñado basado en una industria petroquímica en el sur que dejó de existir hace unos 40 años. Si se construyen nuevas plantas de generación hay que considerar una mejor distribuEsepcición geográfica por las diversas regiones de Puerto Rico y eliminar la concentración de fuentes energéticas. Hay que hacerlo de forma estratégica protegiendo los recursos naturales del país. California y Alemania son lugares de los que podemos tomar los ejemplos de diseño y financiación de un sistema «semi-privado» de energía.

Dada la situación geográfica de Puerto Rico, necesitamos una red de transmisión de alta eficiencia que resista vientos de huracanados de 200mph y terremotos de 8.0 en la escala Richter con sus marejadas, inundaciones, derrumbes y fuegos, entre otros desastres. Esa red puede que sea demasiado costosa usando las tecnologías existentes. Hay que inventar nuevos diseños y nuevos materiales que hagan esas especificaciones posibles y costo efectivas. Por ahora se puede mitigar parcialmente con las nuevas tecnologías solares y de energía renovable. Pero aun estas tienen limitaciones. Necesitamos una red de tecnologías diversificadas, robustas, y con alta redundancia. Este tipo de avances se ha logrado en la industria aeroespacial.

Ese es el gran reto social y tecnológico que tenemos los ingenieros, físicos, químicos, planificadores, ambientalistas y científicos computacionales. Ese es el gran reto que Irma y María nos presentaron al asolar nuestra Patria y llevar al colapso a la sociedad digital actual.

El autor es Catedrático de la Escuela de Medicina de la UPR.

*Las opiniones presentadas aquí son únicamente del autor y no representan la posición de la UPR o de su Escuela de Medicina.

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