Psiquiatría, Política y Terror

JUAN MARI BRAS

Por Juan Mari Brás

Ahora que se cumplen treinta y dos años del asesinato político de Santiago Mari Pesquera —un mártir de la independencia y socialismo— ha surgido un contundente análisis documentado que, entre otras conclusiones de envergadura universal, corrobora con fuerza la prueba que hemos ido entregando al Departamento de Justicia de Puerto Rico para descubrir la conspiración que condujo al asesinato de mi hijo en marzo de 1976.

El análisis y las conclusiones las escribió una brillante y puntillosa investigadora, Naomí Klein, del London School of Economics, bajo el título “la Doctrina del Shock; el auge del capitalismo del desastre” El libro llegó a mis manos por regalo de un amigo y compañero de muchso años compartidos en luchas y esperanzas, con motivo de mi reciente octogésimo cumpleaños.

Lo que sigue no es una reseña del ibro, la cuál amerita que se realice con la mayor particularidad. Sólo voy a referirme a parte de su contenido, como corroboración irrefutable de la hipótesis investigativa que obra en poder de la Secretaría de Justicia del ELA. Serán los encargados de la investigación del caso en esta etapa, incluyendo, por su trascendencia, al Secretario del Departamento y al gobernador de Puerto Rico, quienes, junto al Center for Constitutional Rights de Nueva York, que fue la institución que representó a la familia de Chagui en los primeros esfuerzos por conseguir la revelación del contenido de los papeles del FBI sobre el asunto, deberán tomar las las determinaciones correspondientes para obligar a las agencias del Estados Unidos, y en especial, el FBI, la CIA y la Inteligencia de la Marina de Guerra de esa nación, a descubrir toda la urdimbre de sus manejos del caso, que obra en sus archivos.

Y se sabía, por abundantes escritos sobre el personaje Dr. Ewen Cameron, psiquiatra, y sus experimentos para reducir a tábula rasa el cerebro de determinados tipos de seres humanos y poder re-programarlos para que actuén según las instrucciones que le den sus manipuladores. La relación entre la CIA y el doctor Cameron fue descubierta a finales de los años setenta mediante acciones bajo el “Freedom of Information Act” de Estados Unidos.

La autora de este libro, Naomi Klein, realiza una investigación exhaustiva que conduce sin lugar a dudas a sus conclusiones sobre aspectos fundamentales de la hipótesis en que monta su libro. Estos son: )1) la amplia utilización experimental del shock como instrumento de manipulación del cerebro humano, llevándolo a cancelar prácticamente toda memoria para poder comenzar el uso de ese cerebro, y por tanto de esa persona, para los fines represivos que tenga quien sirve a determinados intereses; 2) la relación sucesiva, del shock individual propuesto por Cameron y la teoría del profesor Friedman, de la Universidad de Chicago, en actividades de la inteligencia norteamericana para imponer en los países que interesaran sus objetivos estratégicos. Friedman fue el padre de lo que se conoce como el neoliberalismo. Este consiste en plantear que para que pueda operar en toda su pureza el liberalismo del padre de la economía política del capitalismo Adam Smith, hay que eliminar por completo la función reguladora del estado en las relaciones entre capital y trabajo. De ahí vienen todas las propuestas de privatizaciones de cuanto servicio público haya en cada sociedad, incluyendo la producción, la salud pública, las construcciones de viviendas de carácter social. También se plantea la eliminación de la función del estado como regulador de permisos, concesiones, protección de costas, etc.

Para poner en función esa combinación del shock, inventado por Cameron con el neoliberalismo del profesor Friedman, escogieron unos escenarios experimentales, que fueron los países del cono sur de Sur América. Empezaron por Chile, donde tomaba auge el gobierno de la Unidad Popular presidido por el Dr. Salvador Allende, que había empezado por nacionalizar las minas de cobre, que son los mayores depósitos de ese metal en todo el mundo de entonces.

Por eso reclutaron al General Augusto Pinochet, un mercenario de las fuerzas armadas chilenas, que no vaciló en traicionar a su superior, el presidente que lo había designado, y convertirse en su asesino para tomar el poder, en un operativo orquestado por la CIA, que le permitió cumplir su vocación de ladrón en 17 años de tiranía. 

Aplicaron en toda su crudeza y brutalidad la técnica del shock individual en centenares de personas en uno de los procesos represivos más escandalosamente infames en la historia hemisférica. Simultáneamente, pusieron en práctica la teoría económica del shock ideada por Friedman. Para hacerlo, se valieron de sendos grupos de los discípulos del profesor del neoliberalismo, en lo que se conoció como los “Chicago boys”, que eran economistas monitoreados por Friedman.

La misma combinación de shock individual y colectivo la aplicaron en Argentina y Uruguay, para llevar al poder a sucesivas bandas de militares que pusieron en práctica, monitoreados por Estados Unidos, el salvaje terrorismo de estado que caracterizó los años de dictadura y tiranía de esos dos países.

En los años del decenio de los setenta, incluyendo los de la presidencia de Carter, se mantuvo en toda su ilegalidad la combinación represiva y política del shock con el neoliberalismo. Por eso Carter pactó con Romero Barceló su impunidad ante los crímenes de Maravilla.

Si se juntan los hallazgos historiográficos de la profesora Klein con los documentados y pruebas que le hemos entregado al Secretario de Justicia en distintas épocas, y en particular el último documento que le suministramos hace menos de un año, se verá por cualquier investigador razonable que aquí se trató de una aplicación del shock para reprogramar a un enajenado y convertirlo en gatillero del crímen de Santiago Mari Pesquera, por el que eventualmente se le declararía culpable de asesinato en segundo grado, con el único propósito de cerrar el caso y dejar impune la participación, en la conspiración y realización del crímen, a los originadores del acto, quienes actuaban directamente bajo la dirección de agencias represivas norteamericanas. No es casualidad que ese asesinato ocurre cuando el Partido Socialista Puertorriqueño había empezado a prender en la conciencia de sectores muy amplios del pueblo puertorriqueño, hasta el punto de que en su segundo congreso, celebrado en el Coliseo Roberto Clemente, estuvo presente una multitud de más de diez mil personas. Debe advertirse que uno de los hallazgos que plantea la profesora Klein en su libro es que parte de la estrategia del shock diseñada por Estados Unidos en los años setenta, frente al hecho de que Salvador Allende ganó el poder mediante unas elecciones democráticas, según las definiciones del término por el gobierno norteamericano, consiste en atacar el shock preventivamente, antes de que una causa como el socialismo pueda triunfar electoralmente, para evitar la repetición del caso de Chile. Por eso decidieron asesinar a mi hijo mayor en el momento en que apenas comenzaba nuestra campaña en que se me designó candidato a gobernador tras el exitoso congreso del Coliseo Roberto Clemente.

Todo lo anterior me hace recordar que, cuando los compatriotas Nacionalistas denunciaron las prácticas de aplicación de rayos envenenados contra Don Pedro Albizu Campos en su celda de la cárcel La Princesa, muchos de nosotros —los pipiolos de entonces— pensábamos que eso era una exageración de los amigos Nacionalistas. Así se lo argumentaba yo al querido compañero y amigo Carlos Carrera Benítez, cuando nos reuníamos en tertulias familiares en Wáshington, donde ambos residíamos a la sazón. Nunca olvidaré que Carlos me advertía entonces que esa denuncia no debía ser una exageración, porque el gobierno yanqui siempre ha perseguido al independentismo puertorriqueño, y especialmente a su máximo exponente, que era Don Pedro, sin ninguna clase de limitación de índole moral en sus métodos represivos. La historia le dió la razón a los Nacionalistas. Ya es un hecho comprobado que esa aplicación mediante radiación al cuerpo de Albizu prisionero en La Princesa, se dió de manera experimental para el uso de la aplicación de laser desde la Base de Isla Grande, Puerta de Tierra, hasta la celda en el segundo piso de la cárcel, en el viejo San Juan, donde tenían recluído a Albizu y un pequeño grupo de Nacionalistas que lo acompañaban.

No caigan los patriotas de ahora, del grupo que sean o de ninguno de ellos, en el mismo equívoco en que caimos tantos en los años cincuenta respecto a la denuncia Nacionalista sobre la aplicación de rayos laser a Don Pedro.

Mi dolor por la muerte del hijo mayor es uno muy personal, y no hay nada que pueda eliminarlo, ni ahora ni en el infinito o la eternidad de la muerte. Pero debe advertir que ese crímen reviste una trascendencia política que todo nuestro pueblo debe comprender a cabalidad, porque está estrechamente relacionado con la estrategia colonialista del imperio yanqui, que nos mantiene aún, a estas alturas del siglo XXI, siendo la principal colonia del imperio más poderoso de la época. 

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