Recordando a Enrique Fernández Toledo

 

Por Noel Colón Martínez/Especial para CLARIDAD

Lo nombraré en este escrito póstumo como siempre lo llamé: Quico. Era mi entrañable amigo y podría reducir a horas, antes de su deceso, la última vez que tuvimos una larga conversación. Como resultara normal el tema era Puerto Rico, nuestro derecho a la autodeterminación política y unos esfuerzos en curso, con los cuales él colaboraba, en el Congreso de Estados Unidos. No era desacostumbrada esa conversación pues durante más de veinte años, mientras se desempeñó como asesor en la oficina del amigo congresista Luis Gutiérrez compartíamos nuestras preocupaciones sobre el destino de nuestro país. A Quico le dolía su país, su realidad colonial y ahora el agravamiento de la situación con motivo de los huracanes, la presidencia de Trump y la corrupción pública. Aunque parezca extraño para los que no lo conocieron se mantenía más informado sobre las ambigüedades de nuestro debate político interno que la generalidad de nuestra población. Amaba y respetaba a Puerto Rico hasta el límite. Muchos de nuestros políticos acudían a él para compartir ideas en el entendido de que Quico era una fuente erudita y además profundamente honesta y desinteresada. Su compromiso con un destino de soberanía plena para su país era permanente e inmutable. Esa profunda fe en el destino final de su patria avalada por su incorruptible integridad personal le permitía mantener buenas relaciones con políticos de diversas posturas ideológicas. No hubo problema que apuntara a crisis en nuestro país que no lo hiciera suyo y en lo posible lo moviera a compartirlo acá entre nosotros. 

Vivo ejemplo de lo anterior fue su incorporación a la lucha para expulsar a la Marina de Guerra de Estados Unidos de nuestra isla de Vieques. Tanto Quico como Luis Gutiérrez participaron de manera activa en lo que ya se había convertido en una movilización nacional contra la Marina. Muchas personas tratábamos de mantenerlos al día sobre el desarrollo del conflicto, pero, en un momento, Luis me pidió que les informara cuando a nuestro juicio se iba a producir una acción de desalojo por parte de los militares. Ambos querían estar aquí. En esos días el Congreso Nacional Hostosiano mantenía un campamento permanente en la playa adyacente al campo de tiro de la marina. Cuando tuvimos señales muy persuasivas sobre la inminencia de una acción dirigida a desalojar el área, llamé a Luis y a Quico y les informe que si podían hacerlo debían salir inmediatamente para Puerto Rico; así lo hicieron y menos de cuarenta y ocho horas después entrábamos por la parte este de Vieques y poco tiempo después nos enfrentamos al primer desalojo y el primer arresto de un grupo importante de manifestantes el día 4 de mayo del 2000. Para nosotros la presencia de ellos tenía un significado trascendente y para mí fue otra muestra de un compromiso real con Puerto Rico.

Aunque Luis Gutiérrez ha sido uno de los más leales servidores de los mejores y más patrióticos intereses de nuestro país, la presencia de Quico resultó esencial en las importantes iniciativas legislativas que Luis protagonizó en el Congreso en favor de nuestra descolonización. A mi juicio el entrenamiento de Quico en la oficina de Luis le permitió a éste lograr viabilidad y además el apoyo desbordado de un puertorriqueño coincidiendo y nutriendo sus esfuerzos. Luis ha dicho recientemente: “’Puerto Rico ha perdido una de sus más grandes bendiciones. Todo el mundo lo quería y lo amaba. El amaba a Puerto Rico y Puerto Rico lo amaba a él’’. Su hermana Nydia nos expresa: “Mucha gente nos da fe de como mi hermano los apoyó en todo lo que lo necesitaran. Quien lo llamara tenía su apoyo de manera generosa, de todo corazón y de forma anónima. Un ser humano de oro.” 

Quico estudió en Puerto Rico su primaria, su educación secundaria y la universitaria en la Universidad de Puerto Rico. Realizó estudios en Economía en la Universidad de Madison en Wisconsin. Se instaló en Chicago y cuando Gutiérrez fue electo Congresista por el distrito 4 de Chicago en 1992 se integró a la oficina de su buen amigo Luis Gutiérrez, donde permaneció como su asesor por veinte años. Su relación con el debate de Puerto Rico en diversos momentos lo convirtió “en una de las memorias históricas de los debates sobre la isla en el Congreso en las últimas décadas’’. Recientemente se desempeñaba como Director de la Iniciativa de Política Pública Económica y Alivio para Puerto Rico del Center For American Progress, un grupo de estudio de Washington D. C. Cuando Quico se incorpora a la oficina congresional de Gutiérrez en 1993 está totalmente comprometido con el esfuerzo de casi todos los puertorriqueños por lograr la excarcelación de los prisioneros políticos cumpliendo sentencias en cárceles federales desde la década del cincuenta. En marzo de 2018, tras la devastación de Irma y María, el Center For American Progress lo recluta para atender la grave crisis que vivimos y para hacer todo esfuerzo para que aquella calamidad pudiera ser superada mediante acciones tendientes a normalizar en el más breve tiempo la crisis. En esa faena en favor de su pueblo se encontraba ahora. Entre ambos periodos, 1993 y el presente jamás despegó sus ojos de su País, de su Patria, a la que soñó regresar. En unas faenas u otras siempre con Puerto Rico en su acción y en su corazón.

A Mayra, su viuda, a sus hijos Enrique, Carlos Antonio y Mayra Libertad y a su familia en Puerto Rico vaya el orgullo compartido de haberlo tenido entre nosotros junto al inevitable quebranto y vacío que produce su partida.

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