Recordando a Luis Santiago Reyes, El Lírico Ponceño

Un patriota fuera de serie y un ser humano extraordinario son dos frases que sintetizan la esencia de  Luis Santiago Reyes, el venerable y centenario independentista ponceño que falleció el pasado miércoles, 2 de diciembre, día del natalicio de su admirado mentor y amigo Juan Mari Brás.  Mientras los años y la salud se lo permitieron, desde su hogar en el Barrio Sabanetas de Ponce, don Luis distribuía semanalmente nuestro periódico CLARIDADen la ciudad sureña, tarea que cumplió fielmente por más de 40 años. También inspirado en su patria, se destacó como compositor y cantor de música puertorriqueña, gestión cultural sostenida y apreciada que le valió entre su gente el nombre de El Lírico Ponceño.

Las incontables y fundamentales contribuciones de don Luis a la lucha por la independencia de Puerto Rico, la coherencia de su vida y el entusiasmo que siempre le imprimió a su labor patriótica merecen recordarse como un ejemplo vivo de lucha y compromiso, sobre todo para las generaciones que no lo conocieron.

Del libro Contracanto al olvido: patriotas, cuyo autor es el abogado independentista  José Enrique Ayoroa Santaliz tomamos esta reseña que destaca con elocuencia la nobleza y la vida consecuente de don Luis Santiago Reyes. Escribe Ayoroa: “Desde que CLARIDAD vio la luz pública, en el año 1959, Luis ha estado encargado de recibirlo en su hogar y de distribuirlo por la ciudad, muchas veces, en momentos históricos más álgidos, al riesgo real de ser privado de su libertad, de sufrir grave daño corporal y hasta de perder su vida. Su vinculación con este semanario a los ojos de la sociedad ponceña es tal, que algunos le llaman simplemente “el señor de CLARIDAD”.

Con Los Pleneros de Ponce, don Luis es el del acordeón 2do. de izquierda a derecha

En el referido libro, Ayoroa Santaliz resume también el legado musical del fenecido compañero. “Además de un patriota de la primera línea de compromiso y responsabilidad, Luis es un artista de grandes méritos, guitarrista, sinfonista, cantante, compositor de boleros, valses, danzas, himnos patrióticos y, sobre todo, plenas. Y añade: “Desde su origen, la plena fue algo así como un periódico o noticiario cantado; el periódico de los barrios del litoral y de la comunidad boricua en la ciudad de Nueva York. Sin que por ello pierda, en modo alguno, su sencillez, su espontaneidad, su autenticidad, Luis ha hecho de la plena, además, una escuela, una universidad popular… Luis es un hombre de pueblo, de oficio zapatero, y es un lector voraz de temas que educan y enaltecen, por lo que sus plenas son sencillas (filosóficamente hablando) y son estimulantes y formativas”.

Pero es el patriotismo consecuente de Luis Santiago Reyes lo que merece el más alto elogio del autor: “Vivo firmemente convencido de que una nación, un pueblo, también preserva su identidad y cimenta su cohesión en el orgullo y la valoración de sus heroínas y héroes. En Puerto Rico, como en todos los pueblos del mundo, hay, ciertamente, muchos patanes. Muchos “ñames- con- corbata”, como los llama el pueblo. En cambio, también es cierto (y es importante tenerlo siempre muy presente) que hay muchos, muchos más mujeres y hombres excepcionales: talentosos, laboriosos, incorruptibles, insobornables, respetuosos y respetables, legítimamente orgullosos de su condición nacional de puertorriqueños, que viven para hacer el bien a sus semejantes. Uno de esos seres humanos ante los cuales el común de sus paisanos nos-quitamos-el –sombrero, es Luis Santiago Reyes, El Lírico Ponceño.”

Desde CLARIDADtambién honramos su vida y su memoria. Sus compañeras y compañeros de la Junta Directiva y el Colectivo de Trabajo del Periódico de la Nación Puertorriqueña siempre le recordaremos con infinita gratitud, como corresponde a aquellos y aquellas imprescindibles que, a través de su ejemplo, nos enseñaron que la lucha por la libertad es una de todos los días, y todos los momentos, hasta la victoria de la idea. Reciba su querida familia nuestro abrazo solidario, sus hijas, yernos, nietos y nietas, y toda la gran familia extendida de amigos, amigas y admiradores que don Luis atesoró en Ponce y todo Puerto Rico.

 

 

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