Será otra cosa: 12 sugerencias para todos los días: listita a propósito de la pregunta ¿qué y cómo hacer en el Puerto Rico actual?1

Beatriz Llenín Figueroa  /Especial para En Rojo

Me encanta hacer listitas. En los recipientes de tela que cargo a todas partes siempre aparecen listitas arrugadas cuya memoria se me desvanece. Los pedazos de papel que uso, como regla general, resultan demasiado pequeños para aquello que está por hacerse. Entonces aparecen las flechitas señalando hacia los márgenes, o hacia la parte de atrás, o hacia otro papel grapado junto al original. Eso convierte mis listitas en mapas indescifrables. En ese momento, deseo con intensidad que los mapas de los colonizadores hubiesen sido así de incomprensibles. A veces, entenderlo todo no asegura ser mejor persona.

La mejor parte de hacer una listita, sin lugar a dudas, es tacharla. Aquí comparto una con ustedes –hecha en la computadora para asegurar que el papel fuera suficiente–, cuyos elementos he ido recuperando de uno u otro retazo que respondió a quién sabe qué coyuntura de tiempos efímeros. Ojalá podamos vivir juntas el placer de tacharla, aunque reconozco que no todos sus ítems pueden eliminarse, al menos no de un tirón o en una sola ocasión. La recurrencia –tan vejada en este país por el corrupto bipartidismo electorero– podría ser nuestra aliada. La listita ofrece algunas respuestas a la pregunta ubicua por estos tiempos, la que encuentro formulada en los mostradores de los negocios, los pupitres de los salones y los muebles de las casas: ¿qué y cómo hacer en el Puerto Rico actual? No reclamo autoría individual de ninguna de las ideas a continuación, sino solo el esfuerzo por juntarlas.2

1. Dejar de creerles el cuento a los poderosos. Darles la espalda. Decirles, a toda hora, en todo momento y en todas partes, que NO. Quienes desahucian nuestros destinos mientras enriquecen los suyos no son personas “honorables”, “respetables”, ni dignas de una oportunidad. Las han tenido y las tienen todas. Son criminales.

2. Sentirse cómodas con incomodar. Si usted no puede –o no quiere– incomodar, tranquila, nada le va a pasar. Sencillamente, siéntase cómoda con que las demás incomodemos. No dirija su justa ira, frustración y queja a aquellas que estamos intentando cambiar las condiciones que producen su ira, su frustración y su queja. Nosotras no somos las culpables. Diríjase a los culpables.

3. Todos los días recuerde en voz alta para que todas escuchen que los culpables no tienen impunidad ante tanto y tan atroz maltrato. Sabemos que ese ajusticiamiento no necesariamente –aunque de una en cien, sí– proviene del Derecho; a la vista está porque PROMESA es una ley. Cada uno de los gestos nuestros que incomodan puede ser una forma de ajusticiamiento. Piénselo así. Propóngase que, por debajo de sus lujosos gabanes, los culpables tiemblen, suden, palidezcan. Recordémosles que tienen cuerpo, que no están exentos de la realidad material, que no pueden vivir como si no compartieran la misma atmósfera con otras humanas y otras especies.

4. No pida que “hagamos algo” y, al mismo tiempo, que nos “calmemos”. Organice sus deseos utilizando la consistencia como criterio. Las pisoteadas –que somos mayoría– nos pasamos los días enteros, las semanas, los meses, los años, en calma ante un aparato de poder a todas luces intolerable. Basta de aguantar en calma. Eso se le requiere asiduamente a las mujeres para que el mundo no se entere nunca de cuánto nos asesinan. Pero, la calma es solo de quienes tienen la vida asegurada.

5. No obstante, recuerde que, cuando sea necesario, se requerirá una composición de la rabia, del mismo modo que no hay escritora, pintora, teatrera, escultora, arquitecta que no haga su trabajo sin editar, con el objetivo de lograr mayor belleza o efectividad.

6. No olvidemos. Documentemos. Hagamos listas de los crímenes. Llevémoslas a todas partes y ofrezcámoslas a toda persona posible. Esas listas pueden ser como esta, en lenguaje verbal, o en cualquier otro lenguaje: visual, auditivo, táctil…

a. Por ejemplo, hemos estado siempre, pero dramáticamente más desde PROMESA, la JCF y María para acá, cruentamente explotadas y abandonadas tanto por el raquítico estado como por el rapaz capital y su brazo imperial en el norte, todos –indica claramente la historia– criaturas machunas tanto en su diseño como en su ejecución. Por eso, le recuerdo a todo el mundo que yo no soy una “fellow American” y que los Estados Unidos del norte no son América.

b. La empresa privada no salva a nadie. Solo se salva a sí misma. Piense en cada una de las instancias cotidianas en que usted entra en contacto con la empresa privada –compañías de comunicaciones, seguros, transportación, alimentación, educación– y dígame cuánto mejor es el servicio en comparación con las deficientes (y restantes) corporaciones del estado. Piense en el saqueo en curso tras la devastación apocalíptica que ha vivido Puerto Rico. Para la empresa privada, todo –y especialmente el dolor– es una propuesta de negocio, una forma más del lucrao. El país lo tenemos que seguir haciendo nosotras, para nosotras.

7. Haga política, lo que quiere decir, aporte y construya un modo de vivir en conjunto, con el resto de la humanidad, pero, sobre todo, con las demás formas de vida. Recuerde que nada es nuestro. Contemple un pájaro, una perra o un árbol y recuérdelo, intensamente, en sus capilares. Oblíguese a no pensar siempre en función de un yo, humano.

8. Siempre confíe que otro lenguaje, otro modo de vivir, otro modo de pensar, otro país, no son solo posibles, sino que están gestándose, continuamente, aunque no salga en las noticias ni en las redes sociales. Tenga la modestia de recordar que su experiencia de lucha por otro país no es la experiencia del país y que lo que usted ve en el feed de una red social no es lo mismo que ver el país.

9. Solo si cumple con el #8, podrá estar abierta a encontrar esos otros países en su experiencia, en esquinas improbables, en personas inesperadas, en la gestión constante y valiente de tantos esfuerzos hoy, después de María, aún más generalizados.

10. Cuando encuentre las esquinas del #9, procure aportar para conectarlas entre sí. Ofrézcase para ayudar desde sus talentos, sus destrezas, sus conocimientos, y hágalo. No flote ideas de genio y siga su camino a la espera de que una secretaria, asistente personal o esposa las ejecute.

11. Si por una vez siente que no sale bien algo del #10, por las razones que sea, no salte a concluir que nada se hace bien en Puerto Rico. ¿Cuántas veces pasamos con ficha los crímenes o errores sistemáticos del poder? Ofrezca margen de error a quienes trabajan con todo a la contra y sin la más mínima equidad de condiciones. Pero, manténgase alerta a la cualidad, naturaleza y frecuencia de los errores. Si ya no son errores, sino complicidades con el poder, haga lo antes señalado para estos casos.

12. No se canse de desbancar la macharranería en todas partes, incluidas las izquierdas que aún en 2018 sangran de machos. Invéntese las masculinidades –y las feminidades– que no existen. Esté siempre deviniendo. Cambie. Y mañana, cambie más.

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