Será Otra Cosa: Caricaturas Políticas, Racismos y Colonialismos: Puerto Rico y Francia[1]

 

Especial para en Rojo

Carmelo Delgado Cintrón enCien años de caricaturas políticas puertorriqueñas(1898-1998): La caricaturización del proceso políticocontextualiza el desarrollo de las caricaturas políticas de Puerto Rico en una historia más larga proveniente de múltiples genealogías desde fines del siglo XVI.  El libro va más allá de una mera labor de recopilación y sitúa la producción de caricaturas en un arco multidisciplinario amplio que posibilita apreciar su relevancia y valor para generaciones futuras.

El libro tiene una tensión muy fértil entre dos planteamientos definitorios de la caricatura.  Por un lado, Delgado asocia el acto de caricaturizar con el ejercicio de la libertad de expresión que socava los cimientos de regímenes opresivos y autoritarios.  Al estar abocado al desenmascaramiento de verdades subyacentes, se dirige a la subversión del orden establecido.  Por otro lado, está la visión de la caricatura como fuente de ideología que plasma los sesgos discursivos de una sociedad.

Tengo ciertas diferencias y coincidencias con estas teorizaciones de la caricatura.  Para empezar, está la pregunta controvertida de si en efecto existe una verdad en el fondo de una representación, es decir, si la representación contiene de manera esencialista un significado único, universal y trascendental.  Esta premisa ha sido cuestionada desde aproximaciones postestructuralistas y de los estudios culturales que plantean que toda pretensión de esencia interpretativa es inestable dada la indecibilidadintrínseca del lenguaje y la representación.

Todo discurso humorístico, incluyendo el discurso de la caricatura, es interactivo y sus significados dependen de la construcción conjunta de los participantes, tanto el caricaturista como sus audiencias.  En el contexto de caricaturas racializadas, Stuart Hall plantea que la agresión simbólica de convertir una persona o un grupo en una «otredad» a través del humor y los estereotipos de la caricatura racial no pueden ser comprendidos fuera del contexto de la creación de una cohesión de grupo, es decir, son precisamente esos procesos de agresión los que constituyen una cohesión identitaria.  El humor compartido crea solidaridades sociales que en el proceso de identificar sujetos sociales con subjetividades afines también construye espacios de exclusión y otredad.  Algunas caricaturas pretenden incluir a algunas personas en un humor compartido mientras excluyen a otras.  Aunque el humor puede ser solidario y sensible, muchas veces reifica prejuicios pre-existentes en vez de invocar una subjetividad de humor democratizante e inclusiva.  De esta manera, el humor puede generar espacios de identificaciones contradictorias que coexisten.

Aunque coincido con el profesor Delgado en que caricaturas que transgreden las estructuras y discursos autoritarios de un régimen pueden ser profilácticas o saneadores, igualmente entiendo que pueden haber caricaturas que replican los valores racistas, sexistas o clasistas que marcan relaciones de poder desigual en un contexto social.  Como resultado, me inclino hacia el lado de la definición de la caricatura del profesor Delgado como un proceso sesgado ideológicamente, al cual le añadiría el lenguaje de construcciones de «verdades,» unas en competencia con otras o unas más hegemónicas que otras más invisibilizadas. La caricatura, en vez de tratar del descubrimiento de verdades,nos sitúa frente al proceso contencioso de las construcciones de «verdades» por diferentes actores sociales.

En los eventos violentos e imperdonables acontecidos en París en torno a la revista Charlie Hebdo vemos como se articuló el conflicto como un choque civilizatorio, «clash of civilzations», entre, por un extremo, la democracia occidental caracterizada por la libertad de expresión y el humanismo secular y, por el otro extremo, la blasfemia, la Islamofobia, la intolerancia religiosa y étnica, la insensibilidad y los males de la democracia y el secularismo occidental.  Se ha pretendido representar a la revista «Charlie Hebdo» como un «equal opportunity caricaturist», pero el historial no es tan inocente ni neutral.  Gary Younge contextualiza bien el conflicto.  Aunque claramente se trata de una transgresión al principio de la libertad de expresión, Younge plantea que todos los países, incluyendo Francia, imponen límites a la libertad de expresión y que dicho principio es realmente contingente a pesar del discurso sobre su carácter «sagrado». Resalta cómo las sociedades siempre trazan líneas altamente contenciosas y cambiantes sobre los estándares aceptables del discurso público en torno a temas culturales, raciales y religiosos. Como ejemplos, menciona que en el 2005 Le Monde fue hallado culpable de «difamación racista» contra Israel y el pueblo judío, en el 2008 un caricaturista de Charlie Hebdo fue despedido luego de hacer comentarios antisemitas en una columna y en el 2006 el periódico Danés que publicó unas caricaturas controvertidas de Mahoma justo dos años antes había rechazado unas caricaturas comparativamente livianas sobre la resurrección de Cristo.  Como resultado, Younge se pregunta si el trazado de las líneas de la libertad de expresión protege a los musulmanes también.

Más aún, Francia, un país con una historia colonial cuyas continuidades racializadas y discriminatorias se hacen sentir en las entrañas de la metrópolis, tiene una relación muy conflictiva con las poblaciones provenientes de las ex-colonias, particularmente de ascendencia islámica que fueron punta de lanza en los procesos de desmantelamiento del imperio francés.  Síntoma de los resentimientos históricos es que en el 2005 Francia pasa una ley sobre colonialismo cuyo Artículo 4 requería que los maestros de escuela superior enseñaran los «valores positivos» del colonialismo, particularmente en el norte de África.  Como plantea Gilbert Achcar, esto sería análogo a que en Estados Unidos se pasara una ley para que se representara positivamente la historia de la esclavitud. Aunque luego en el 2006 se revocó dicho Artículo de la ley francesa, ilustra las continuidades profundas de las genealogías de dominación colonial que resurgen en el redibujo de las líneas imaginarias para distinguir e imaginar de manera maniquea las civilizaciones.

Mientras grupos marginados sigan siendo el objeto repetido de caricaturas estereotipadas precisamente por ser marginados, la pregunta difícil que me ha planteado este conflicto en París ha sido el uso imperial y propagandístico de la consigna de la «libertad de expresión» en el trazado del «clash of civilizations».  Por tanto, aún coincidiendo con el profesor Delgado en que la libertad de expresión es central a la definición de la caricatura, entiendo también que la  libertad de expresión puede ser apropiada y desplegada de maneras contenciosas que replican lo peor de nuestras historias opresivas.

El libro del profesor Delgado contiene ejemplos excelentes de caricaturas que se apropian de estereotipos racistas, como lo son muchas de las caricaturas de Estados Unidos que dilucidan el contacto colonial en el contexto de políticas imperiales.  Independientemente de las intencionalidades de los caricaturistas, dichas representaciones están sujetas a la interpretación de sus receptores, los cuales pueden participar de las premisas racistas de la iconografía visual de la caricatura o sentirse ofendidos y silenciados ante la misma.

La dificultad estriba en distinguir cuando una caricatura es subversiva y cuando es opresiva dada la ambigüedad inmanente del lenguaje y la representación.  En otras palabras y como bien le preocupa a Amy Adler, cómo sabemos si una apropiación de un estereotipo racista o sexista, por ejemplo, es una apropiación subversiva que transgrede los imaginarios dominantes o si meramente reproduce las premisas racistas o sexistas subyacentes.  El humor a veces puede implicar una crítica social o ser cómplice de formas dominantes en la cultura visual o ser indistinguible el uno del otro.

FUENTES:

Gilbert Achcar (entrevista), profesor de la Universidad de Londres, Escuela de Estudios Orientales y Africanos, (9 de enero de 2015) disponible enhttps://www.democracynow.org/2015/1/9/gilbert_achcar_on_the_clash_of

(última visita 9 de febrero de 2015).

Amy Adler, What’s Left?: Hate Speech, Pornography, and the Problem for Artistic Expression, 84 Cal. L. Rev. 1499, 1572 (1996).

CARMELO DELGADO CINTRÓN, CIEN AÑOS DE CARICATURAS POLÍTICAS PUERTORRIQUEÑAS (1898-1998): LA CARICATURIZACIÓN DEL PROCESO POLÍTICO (Ediciones Puerto 2013).

Chloé S. Georas, Historia de deformidades perfectas y la imposibilidad de la segunda muerte: Reseña del libre del Dr. Carmelo Delgado Cintrón titulado Cien años de caricaturas políticas puertorriqueñas (1989-1998), 13 Revista de la Academia Puertorriqueña de Jurisprudencia y Legislación(2015).

Stuart Hall, “The Spectacle of the ‘Other’”, Representation: Cultural Representations and Signifying Practices(Stuart Hall ed., Sage Publications 1997).
Gary Younge, Charlie Hebdo: The Danger of Polarised Debate, The Guardian, 11 de enero de 2015, https://www.theguardian.com/commentisfree/2015/jan/11/charie-hebdo-danger-polarised-debate-paris-attacks.
Biografía: Chloé S. Georas es Catedrática de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico donde combina sus formaciones en Derecho y Estudios Culturales e Historia del Arte. Cursó sus estudios de Derecho en New York University para su J.D. y la Universidad de Ottawa para su LL.M. y sus estudios en Historia del Arte en Binghamton University para su M.A. y A.B.D. En su trabajo de enseñanza e investigación examina las intersecciones complejas del derecho con nuevas tecnologías, género, historias coloniales y raciales, memoria cultural y arte.  Ha publicado sus escritos académicos tanto en Puerto Rico como fuera, incluyendo Estados Unidos, Canadá, España, Inglaterra, Chile y Argentina.
[1]Este ensayo es un extracto de un artículo escrito para la presentación del libro del Dr. Carmelo Delgado Cintrón, titulado Cien años de caricaturas políticas puertorriqueñas(1898-1998): La caricaturización del proceso político, publicado en el 2013 por Ediciones Puerto en una edición bilingüe.
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