Sera Otra Cosa: Charlie, el domador

 

Por Rima Brusi / Especial para En Rojo

Será la “e”, la “e” que aparece en “perte” pero no en “parte”. Puerto Rico “le pertenece” a pero “no es parte” de Estados Unidos.

Perte y no parte. Así suele ser el lenguaje de la jurisprudencia, resbaladizo. De esos resbalones vive mucho abogado y mucho analista.

Parece un chilín oximorónico, ese axioma fundacional de nuestra vida cotidiana y  nuestra identidad política y psico-cultural: después de todo, el inglés belong incluye, además de la posesión, una connotación de “ser apropiado” y de, justamente, “ser parte”. El latín pertineo tiene que ver con “ser propiedad de” pero también con “tener importancia para”.

Importancia. Supongo que alguna vez tuvimos alguna importancia, allá por la época en que el plan era ponernos en la vitrina, no en el sótano. Éramos esclavos trajeados,  comiendo más o menos decente, viviendo en la casa, poster children del capitalismo imperial en el Caribe.

Hoy es el azote el que parece estar en vitrina, especialmente de Sánchez Valle y la Junta a esta parte. Impresiona, aunque no sorprende, la mezquindad envalentonada, abiertamente parte del teatro político.   Tome por ejemplo el circo senatorial que preside Charles Grassley, republicano por Iowa. Hinchado como palomo enamorado, este señor anunció en estos días que no autorizaría porque “examinaría de cerca” el desembolso de una cantidad “adicional” de fondos de Medicaid. “Adicional”, claro, es una palabra bastante irónica, en este contexto, porque Puerto Rico recibe mucho menos Medicaid que los estados,y seguiría recibiendo mucho menos aún con esa cantidad “adicional” que Mr. Grassley pretende fiscalizar de cerca, so-pretexto de la corrupción boricua.  Le preocupa particularmente que hayamos recibido (¡qué escándalo!), en algún momento del pasado reciente, 62% del tope de fondos, en lugar del 55% que nos corresponde.

Ese performance de mezquindad con Puerto Rico es importante para los constituyentes del míster y de su presidente, que lo animan desde las gradas para que nos vele, porque somos como niños, o para que nos castigue, por pillos.  Más que nada, para que nos ponga en nuestro sitio, por parejeros.

El performance pretende recordarnos que somos distintos a ellos, que somos los arrimaos. Pienso en el cuento de Díaz Alfaro, en el campesino que pretende ganar algo para sanar a su familia, víctima del hambre y de “la perniciosa”, blanco, deme un trabajito, y el blanco le contesta no sea parejero, porque así debe sonarle a Grassley y los suyos, a parejería de arrimao, eso de pretender que nos den algo más para limpiarnos los riñones, inyectarnos la insulina, suavizarnos las alucinaciones. Aunque lo pida la mismísima casi-todo-poderosa junta. Aunque lo que recibamos evidentemente no dé. Aunque el país tenga más pobres, y más enfermos pobres, que cualquier estado. Aunque nos estemos muriendo.

Cada vez que regreso a Puerto Rico, desde antes de María, escucho el cuento de alguien que se murió de asma, o de una infección. Eso no tendría que pasar casi nunca. Eso tendría que ser un evento extraordinario. Pero no lo es. Me lo cuentan con naturalidad: a fulano le amputaron la pierna, por qué, porque estuvo mucho tiempo sin diálisis, o sin insulina, después de María; perencejo se murió de un ataque al corazón en su casa, pero fue al hospital, bueno, no, pasa que la sala de emergencia está cerrada de noche; la nena de zutana se murió, como así si tenía quince años, sí, pero le dio un ataque de asma y se le había acabado el medicamento de la terapia y en lo que consiguieron la cita pa la receta, ya tú sabe…

Y en eso estoy pensando mientras miro la cara del míster que anuncia que tiene que mirar nuestra petición de cerca.  En que nadie debería morirse de asma así como así. Me pregunto, mientras observo su expresión severa de headmaster de preparatoria de riquitos rozagantes, cuánta gente tendría que morirse para que gente como él se rasque la cabeza y diga: caramba, qué mucha muerte innecesaria, obsoleta, estúpida.

Pero inmediatamente recuerdo que hay una distancia muy grande, aunque parezca tenue, entre perte y parte. Que we belong to them but we don’t belong. Esclavos, arrimaos, castigaos, por parejeros.

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