Será otra cosa: De las fotos y los tiempos

A primera vista y en blanco y negro, hay nueve niños separados, frente a frente, en dos bandos. En primer plano se encuentran seis de ellos de pie en un llano; dan la espalda a la cámara. Sobre su ropa llevan disfraces de tela y papeles. Utilizan delantales, abrigos y sombreros que imitan a los atuendos militares. Tienen palos –como escopetas– en las manos. Uno de ellos (en la extrema izquierda) da una señal y los otros cinco apuntan hacia los niños que tienen de frente, y que vemos, en segundo plano, sobre una pequeña colina. Ellos miran hacia los otros seis, y tal vez al espectador, y están a un nivel más alto que quienes les apuntan. Salvo uno, que probablemente imita un gorro militar, ninguno parece llevar disfraz. La fotografía capta el momento exacto en que unos niños juegan a los fusilamientos: el pelotón listo para disparar y los otros esperan su ejecución. La imagen fue tomada en 1937 durante la Guerra Civil Española. La imagen fue captada por el fotógrafo valenciano Agustí Centelles, que se dedicó a retratar la guerra como una herramienta de difusión antibélica y antifascista. Más tarde durante su exilio en Francia organizaría, junto a otros desterrados, un laboratorio fotográfico clandestino donde pudo captar imágenes de la vida de los refugiados españoles en los campos de concentración. Muchas de estas fotografías, hoy día emblemáticas, fueron en su tiempo escondidas en una maleta que serían recuperadas por la familia de Centelles después de la muerte de Francisco Franco. Por lo mismo, mucha de su obra se difundió entonces a partir del 1976 en España. En la actualidad el archivo de Centelles se compara al de Robert Capa y Gerda Taro y ha sido reconocido como un importante fotoperiodista de guerra.

Tres mujeres sonríen y hablan entre sí. Cada una sujeta con naturalidad un rifle. Cuatro hombres improvisan una trinchera en medio de una calle. Una familia camina a la frontera, lleva una bolsa pequeña con lo que parece ser una merienda. Cadáveres en fosas comunes. Cadáver con herida de balas. Jóvenes con ropa manchada y con heridas en el rostro

Así descritas podrían ser fotografías tomadas por un celular o por una cámara del siglo pasado. ¿Lo son?

Tal vez las fotos de la guerra plasmen de manera más dramática el antes y el después.
Con el tiempo podemos verlas con distancia y hasta cierta frialdad, podemos estudiarlas y opinar de su encuadre, de su estética. Incluso, volverlas, como ha sucedido, en una pieza de museo o en la imagen símbolo de una lucha, de una causa, de una idea.

Me falta tiempo, seso y perspectiva, pero me pregunto con tanta imagen ubicua, con tanto archivo fotográfico al alcance de un buscador o de nuestro bolsillo, qué dirán en el futuro de nosotros. ¿Cuál será la foto emblemática que nos describa? Que intente compendiar los años de nuestra historia. ¿Cuáles serán las claves, como con los niños de Centelles, que apunten el horror de la violencia domesticada? ¿Cuál será la imagen del pasado cuando seamos pasado? ¿Se habrá perdido algo irrescatable que sólo quedará en la captura de la foto? ¿O nos colgarán en un museo del recuerdo o de las ruinas?

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