Será Otra Cosa: “Feliz año nuevo”

Especial para En Rojo

Con lo de “feliz año nuevo” suponemos cuentos para fomentar la esperanza. Como lo hacemos todos los días desde el encierro para acá al añadir alimento al envasecito de los gatos callejeros y al cambiarles el agua para que, a su retorno, la encuentren fresca.

Por estas semanas, sin embargo, yo no tengo de esos cuentos. Sólo gatos, manos y temblores.

Bueno, también tengo:

íntimas experiencias con el insomnio,

llantos en mareas,

el efecto de la brisa en la piel,

la contemplación de San Pedritos, vacas, mi perro, mi gata, la gata y el gato de la calle y una serpiente “exótica” de más de tres pies en medio del sendero,

la respiración con intención,

la descarnada sensación de asfixie,

la fatiga, todas,

el estremecimiento de las capas interiores,

todo lo que se requiere para salir a caminar en un país sin aceras,

la idea –que aún no la práctica– de que el tiempo no tiene que ser el del trabajo,

o que el trabajo no tiene que ser la vida,

la confección de un plan de “autocuido” y su fracaso,

el zambullido en el apacible mar del sur que está demasiado frío,

la evasión de las noticias,

la ingesta muy de a poquito por la náusea,

el corazón palpitando a todo dar en el cielo de la boca,

la búsqueda de la risa,

el intento de que la quietud no sea amenaza,

la aspiración a no sentir culpas, tantas,

la batalla con/tra el miedo,

el recuerdo del juego,

las ganas locas de otro mundo,

las palabras en su demasiado y también en su insuficiente,

las ganas de no sentir tanto, tanto y tanto,

el apetito de, al menos, rozar la convicción por el futuro ante el bombardeo de imágenes del fin,

el diálogo –otra vez– sobre la más reciente inmolación,

la sensación de que la pérdida de sangre a manos propias acabará con nosotres mucho antes que con la opresión,

la emoción invisible que subyuga,

el oleaje del cuerpo y su silencio,

la cada vez más menguada energía para considerar los datos sobre la enfermedad,

la espera por la vacuna y por lo inesperado,

el amor inefable de las inadaptadas con quienes convivo.

Con todo ello, como aquellas paletitas de madera que pegaba de niña con elmer’s glue, intento construir una casita para el “año nuevo.” Habrá que ver si quepo. Y si podré ponerle placas solares y un sistema de recolección de agua de lluvia para cuando sobrevenga el próximo temporal.

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