Será Otra Cosa: Para pintar una casa y otros poemas

Por Mara Pastor

 El ornitólogo en el parque

 

 El ornitólogo observa camuflado

las aves entre árboles que de nuevo retoñan.

 Recuerda mientras ve pasar una garceta

al niño que empezó a observarlas.

 

Primero pasó un somorgujo,

una paloma torcaz y un búho.

 Hasta que escuchó cantar al tordo sargento

y vio en su plumaje la noche que sólo el tordo canta.

 

El ornitólogo ve al pájaro alejarse

asustado por el ladrido de un perro ajeno,

 animal gris que nada sabe del tordo

y ladra para zafarse de su reina.

 

El ornitólogo le ofrece al perro una galleta

y la señora lo muerde.

 

 

La piedra sobre la que vivo

 

Este pedazo de tierra

que compré

a precio de rebaja

es roca ígnea,

volcánica.

Tomo sus piedras

y pienso:

 

Esto fue lava.

Estuvo tan caliente

que de tenerla a esta distancia

me hubiera muerto.

 

Fue lumbre. Lugar

en que nunca viviría.

 

Y mira a lo que hemos llegado.

 

 

Para pintar una casa

 

Para pintar una casa

hay que trabajar horas extra,

eliminar primero las plagas,

lijar las ventanas,

poner prioridades,

el techo con guano,

el desprendimiento de tierra,

las cucarachas,

el hongo en las paredes.

 

Para pintar una casa,

es decir,

recubrir de pintura las paredes

en que unos cuerpos

y sus nombres

tienen camas, cunas,

nidos, almohadas,

aleros donde duermen.

 

Hay que hacer sacrificios

para pintar la casa.

 

Hay que tener varios trabajos.

Preparar disciplinadamente

el almuerzo de la semana.

Encontrar mucho tiempo

en donde ya no queda.

No ir a las bodas elegantes de las primas.

Repetirse por qué

no pedir un préstamo.

Mientras observo la pared

descascarillada, agotarse

posponer mensualmente la tarea.

 

Pintar una casa o contar

las estrías que le deja

la tierra cuando tiembla

y que habrá que recubrir,

enderezar, decidir que no hay

que pintar la casa,

no pintarla nunca, esperar

a que el salitre le quite

lo que queda como

el esmalte a las uñas,

no pensar ya en pintarla,

quitarle a la noche esos segundos

de desvelo,

dárselos a otro sueño,

acaso unos hierros que refuercen la casa,

como se refuerza la cuna de la niña,

dejar las puertas abiertas

para salir si hubiera

que desalojar la casa

despintada.

 Poemas del manuscrito inédito Para pintar una casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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