Series en español-parte 1

 

En Rojo

Con la inversión económica de plataformas digitales como Netflix, Prime y HBOMax en series—que son filmes con pausas—hemos tenido acceso a hermosas y desafiantes producciones de gran diversidad de España y América Latina. “La cocinera de Castamar” de España nos transporta al siglo 18 con su historia íntima y externa de la nobleza de la época; “El Reino” de Argentina enfoca en la extrema, pero muy sutil corrupción entre la iglesia y la política; “Somos” de México es un encuadre de la normalidad de un pueblo antes de una masacre; “Isabel” de Chile es la dramatización de la vida temprana hasta su gran tragedia familiar de la escritora Isabel Allende. Esta 1era parte se centra en la serie española y la argentina.

“La cocinera de Castamar” España; guionista: Tatiana Rodríguez; autor: Fernando J. Múñez; 12 episodios, 2021.

No hay duda de que el principio de esta serie tiende a fijarse en la recreación de época de la aristocracia del Madrid de 1720 con sus tomas pausadas de los palacios, jardines y bosques de los condes, duques y marqueses que brindan toda su fidelidad al rey, no importa lo incompetente que éste sea. Es una sociedad muy cerrada donde los títulos son la entrada al dinero y para eso se hace todo tipo de arreglo que poco o nada tiene que ver con los sentimientos del individuo. Desde el 1er episodio el enfoque es en Diego de Castamar (Roberto Enríquez), dueño y señor de la región y amigo y confidente del Rey. Vive con su madre, Doña Mercedes (Fiorella Faltoyano), su hermano menor Gabriel (Jean Cruz), hijo de esclava adoptado por el patriarca y, su joven esposa, Alba (Maxi Iglesias), a quien profesa un amor casi obsesivo. Ya desde casi la 1era escena tenemos un evento trágico—la muerte accidentada de Alba—que reduce a Diego a una depresión que no le permite integrarse nuevamente a su círculo social. Y aquí vienen los manejos tras palacios ya que Mercedes no puede permitir que no haya un heredero para la fortuna y las tierras de Castamar. Por eso, ella consigue que su asesor maquiavélico, Enrique de Arcona (Hugo Silva), haga gestiones para atraer a una buena candidata para sustituir a Alba y esta suerte le toca a la desconocida joven Amelia Castro (María Hervás). ¿Y, entonces, a qué se debe el título de la serie? Ahí es donde lo que parecía un melodrama conocido se convierte en una historia de lazos familiares genuinos y se rompe el círculo vicioso de la aristocracia de repetirse para preservar su clase.

Conocemos a Clara Belmonte (Michelle Jenner) encerrada en un monasterio por voluntad propia ya que su única familia, el padre, ha desaparecido y se da por muerto y ella sufre de agorafobia. Su cura/consejero intenta que se reestablezca y le consigue empleo como ayudante en la cocina de Castamar. Logra convertirse en cocinera principal y llamará la atención de toda la familia, pero especialmente de Don Diego, por sus platos deliciosos. La hipocresía de los que ostentan títulos y solamente piensan en su propio beneficio tiene como contraste la movilidad, las expresiones abiertas y la creatividad de todo el equipo de cocina de Castamar. Se darán roces, algunos muy fuertes, entre ellos, pero lo cocido y servido siempre prevalece. Por supuesto, el sentimiento que causará la fragmentación de estas estrictas divisiones de clase será el atractivo de Diego y Clara. La presencia de Gabriel es clave para medir precisamente el racismo y elitismo en la España de esa época y la de ahora.

“El Reino”

Argentina; creadores: Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro; 8 episodios, 2021.

Desde que comienza la historia estamos inmersos en el reino de Dios creado por las iglesias especializadas donde domina la imagen de un pastor salvador del mundo. Vemos a Emilio Vázquez Pena (Diego Peretti) en un espacio donde la luz lo ilumina para que todos a su alrededor parezcan pequeños en comparación. Todos parecen venerarlo y cuando su esposa Elena (Mercedes Morán) toma la palabra de Dios, nos convence de su convicción y su entrega absoluta a este reino en la tierra que está bendecido por el cielo. A su alrededor están sus hijos y sus esposas, su mano derecha, Julio Clamens (Chino Darín) y su asesor político, Rubén Osorio (Joaquín Furriel). Casi de inmediato comienza a cambiar lo que considerábamos el reino de Dios ya que es un mitin político donde el pastor Emilio es candidato a vicepresidente de un partido político conservador. Ahora entonces el reino es en la tierra. Cuando el candidato a presidente es asesinado, el pastor Emilio y su iglesia—regido con firmeza por su esposa—tienen que decidir si se convierte en el candidato a la presidencia o deja a un lado sus aspiraciones políticas. Ya sabemos cuál es su decisión porque para todos—no importa si religiosos o no—la política es igual a poder y dinero.

Cada personaje está muy bien delineado y el pastor es una caja de sorpresas que su familia y seguidores protegen con mentiras, fabricaciones, persecución y asesinatos. La mirada exterior pertenece a la investigadora del asesinato, Roberta Gandía (Nancy Dupláa) y su asistente Ramiro (Santiago Korovsky) quienes tratan de entender cómo un devoto de la iglesia de Emilio, como lo había sido Remigio Cárdenas (Nico García), pudo haber cometido tal acto. Y dentro de todo este reino religioso de Emilio y su familia, también hay los verdaderos devotos, los que sí creen que la palabra de Dios (y no su interpretación por falsos profetas) salva vidas y construye caminos para los que han pasado por pobreza y violencia en la vida. Por eso existen Tadeo (Peter Lanzani) y Jonathan (Uriel Nicolás Díaz). Este último es un personaje comparable por su sinceridad y devoción a Sister Molly Finnister de la serie “Penny Dreadful: City of Angels”.

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