Sobre “‘¿Por qué ahora la palabra…?’: la crítica romántica de la modernidad en la literatura puertorriqueña del siglo XX” de Rafael Bernabe.

Zahira Mabel Cruz / Especial para En Rojo

Del libro Escrituras en contrapunto, publicado por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico en 2016, comentamos someramente el ensayo de Rafael Bernabe que da título a esta nota. Y comenzamos in media res

Aunque reconoce la existencia de los múltiples temas y enfoques utilizados para abordar la literatura puertorriqueña, Rafael Bernabe decide en este ensayo acercarse a ella desde una óptica diferente; no con la intención de desdeñar los acercamientos o lecturas anteriores o tradicionales, de los que, valga recordar, él también ha sido partícipe, sino con la intención de ampliar su propia lectura. De esta forma propone otra perspectiva: relacionar nuestra literatura con la crítica romántica de la modernidad según la ha definido Michael Löwy y Robert Syre. 


Hablar de la crítica romántica de la modernidad es hablar de añoranza pero también de capitalismo. Y de acuerdo a Bernabe, la literatura puertorriqueña del siglo XX refleja las consecuencias que el modelo político, económico y cultural de la modernidad ha tenido en nuestra cultura puertorriqueña.

Hablar de la crítica romántica de la modernidad es hablar de añoranza pero también de capitalismo. Y de acuerdo a Bernabe, la literatura puertorriqueña del siglo XX refleja las consecuencias que el modelo político, económico y cultural de la modernidad ha tenido en nuestra cultura puertorriqueña. Para el desarrollo de su planteamiento Bernabe trae al caso un ensayo de Juan Flores titulado Insularismo e ideología burguesa (1979). De este ensayo destaca la postura de Flores ante Insularismo de Antonio S. Pedreira, particularmente la crítica a la concepción eurocéntrica de la cultura y la “identidad puertorriqueña”, de donde se desprende la subestimación del componente indígena de la identidad nacional”. 

A raíz de esto, Bernabe destacará la valoración de Flores referente al modelo social indígena en contraposición al modelo europeo importado por los conquistadores y colonizadores españoles y, reflexionará en torno a lo que significó el cambio de un modelo social/cultural indígena, entiéndase un modelo de vida comunal, orgánico, sin propiedad privada y sin dinero, a un modelo europeo de “sociedad organizada a través de la producción de mercancías y de la propiedad privada”. De esta forma Bernabe comenzará su cuestionamiento crítico sobre el desarrollo social y cultural del Puerto Rico moderno. 

Sustentado en los planteamientos de Flores, nuestro autor reforzará el desarrollo de su crítica aludiendo al ensayo titulado “Puerto Rico: An Essay in the Definition of a National Culture” (1966), del antropólogo Sidney Mintz. En dicho ensayo Mintz resume un texto de 1942 del lingüista Edward Sapir donde se lleva a cabo una comparación similar a la de Flores en torno a los modos de vida indígena y los modos de vida de la modernidad capitalista estadounidense. De esta comparación o más bien de este contraste realizado por Sapir, se concluye que “salir de ese mundo (indígena) a la civilización, deja en quien realiza el viaje “un incómodo sentido de pérdida” (p.7). 

En otras palabras, el producto del capitalismo, lo resultante del mecanismo capitalista, favorecido y tenido por la hegemonía estadounidense como un sistema propulsor del progreso y en aras de él, favorecedor de una cultura y vida más ricas, en realidad es un sistema que deshumaniza o va en detrimento de la “cultura genuina”, concepto que utiliza Sapir para referirse a la experiencia de vida indígena o con cualquier otro modelo de vida diferenciado del capitalismo. 

Bernabe pone a dialogar los ensayos de Pedreira, Mintz (Sapir) y Flores para de esta forma dar cuenta sobre el lugar de la cultura puertorriqueña en la modernidad. Y de esto resulta que Sapir, Flores y Pedreira coinciden en favorecer ““una más profunda y más satisfactoria cultura”” (p.9) indistintamente la evoque el pasado indígena o cualquier otro aspecto del pasado, considerando que Pedreira no tomó mucho en cuenta el componente indígena de nuestra identidad nacional como bien señala Flores. 

Bernabe deja muy claro que en estos ensayos citados se lleva a cabo una crítica al progreso capitalista, o en palabras de Pedreira, una crítica al “avance de la civilización que muy bien puede desintegrar la cultura” (p.8). Teniendo esto claro, la parte más atractiva de este ensayo, luego de que Bernabe hace un recorrido por toda esa literatura puertorriqueña del siglo XX que denuncia las consecuencias del capitalismo para nuestra cultura y sociedad, y que además refleja una añoranza por aquella perdida época precapitalista (René Marqués, Nilita Vientós Gastón, Pedro Albizu Campos, Luis Muños Marín, Ana Lydia Vega, etc.), trae a su propuesta de lectura un enfoque más amplio a considerar, y es el enfoque marxista que en un momento dado propusieron César Andreu Iglesias, Mariátegui y nuestro Nemesio Canales. 

Se trata del enfoque que deja en exposición la crítica romántica de la modernidad en los términos de Michael Löwy y Robert Syre. La crítica romántica de la modernidad no debe consistir en idealizar ese deseo de volver al tiempo pasado y quedarse estancado en posturas retrógradas y reaccionarias de esta índole, pues, proponer esto como una “solución” daría paso entre otras cosas al fascismo, como bien señala Bernabe. El asunto va más bien por el establecimiento de una crítica en nombre del pasado, de esta forma la crítica del romanticismo será legítima hasta que la burguesía desaparezca. En esto consiste la crítica romántica a la civilización burguesa que favorecen Löwy y Syre. El problema no es el progreso sino permitir que la riqueza sea únicamente monetaria. Esto Canales lo supo ver y Bernabe lo enfatiza al parafrasear su propuesta: “En fin, Canales propuso una recuperación de todo lo que fuese admirable del pasado precapitalista en una igualitaria sociedad postcapitalista, que no renunciaría a los logros de la civilización industrial, si no que los pondría al alcance de la colectividad”(p.27). 

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