Suplemento Especial: Un Lares diferente

Por Giancarlo Vázquez López/Suplemento Especial

gvazquez@claridadpuertorico.com

Con motivo de la celebración del Grito de Lares este próximo lunes, 23 de septiembre, CLARIDAD entrevistó a 5 participantes del ferviente Verano del 2019 para conocer sus impresiones sobre los eventos sucedidos durante el mes de julio, lo que significó para ellos, si creen que fue un acto revolucionario y si lo compararían con el Grito de Lares.

A continuación, las diversas opiniones de nuestros entrevistados, jóvenes estudiantes y militantes de distintas organizaciones: Ernesto Beltrán Feliciano de la Unión de Juventudes Socialistas del Movimiento Socialista de Trabajadores y Trabajadoras (MST); Claudia Santos, estudiante de literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras; Guarionex Padilla Marty, maestro de historia y militante en el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), y Raúl Báez, militante en el MST y parte del colectivo editorial del periódico Bandera Roja. En ese mismo orden, lo que tuvo que tuvo que decir cada uno de ellos.

Ernesto Beltrán Feliciano

El verano 2019 es como de esas cosas que uno piensa que pueden ocurrir; pero que no lo cree hasta que sucede. Circunstancias excepcionales, el pueblo movilizado en grandes cantidades en la calle.

También, fue la consecuencia de las cosas que llevan ocurriendo en el país, de la rabia acumulada con el gobierno de Ricardo Rosselló, por ejemplo, el estado de violencia machista y la situación de la UPR, las acusaciones de corrupción y todo lo que salió del chat, la gota que colmó el vaso.

Yo no lo vería como un acto revolucionario porque no veo un cambio bien fuerte dentro del gobierno. Sí hubo un cambio dentro de la percepción de la gente y de lo ocurrido, las reivindicaciones de ciertos métodos de lucha donde se integran métodos pacíficos junto a otras acciones más directas y de confrontación. Creo que esa comparación se tiene que dar, en donde para dar la lucha no todo es pacífico y se utilizan otros elementos.

Hasta cierto punto, veo lo ocurrido dentro de esa jornada de verano como una situación prerevolucionaria. Como una rebelión o insurrección que estaba sucediendo en las calles del pueblo. ¡Durante esos días el país se detuvo! El pueblo movilizado bajo la consigna “Ricky, renuncia”.

Al haber otras instancias, no directamente políticas, donde la gente se reúne, como los grupos de los caballos o las motocicletas que se reúnen para hacer otras cosas, esas movilizaciones un poco politizaron los espacios en donde se reúnen y están esas personas. El hecho de que grupos así se hayan movilizado, que maestros y maestras hayan creado currículos combativos demuestra que ha habido una politización bien grande en el ambiente.

Tiene una comparación con el Grito de Lares por los hitos y por el intento del pueblo de tomar conciencia y dar ese grito de lucha por un país donde haya más democracia. Fue la expresión de un pueblo por una lucha que lleva tiempo. Pero no solamente eso, sino que hasta cierto grado se levantaron las banderas contra el imperialismo, porque esta crisis tiene que ver con el imperialismo bajo el cual vivimos, el yugo, la Junta, la colonia… La colonia que estábamos viviendo con España y que estrangulaba a las personas de ese entonces, como ahora nos estrangulan las medidas de la Junta.

Una comparación importante son los eventos que ocurrieron posteriores al Grito y lo posible que puede ocurrir a partir de esta insurrección. Esos eventos fueron tan marcados y contundentes que cambiaron el giro de la historia y del Puerto Rico de esa época. Después del Grito, España se vio forzada a tener que ir otorgándole autonomía a Puerto Rico.

Entonces, el pueblo se despertó durante el verano. Llegó Wanda Vázquez al poder; pero aunque busca aparentar que hay calma en el ambiente, cuando la Junta de Control Fiscal vaya implementando los recortes a los sistemas de retiro, cuando aumente del costo de la luz con la negociaciones de la AEE, esas cosas van producir otros eventos de movilización en el país y situaciones similares a las del verano.

Claudia Santos Suárez

Fue una experiencia increíble, no solamente porque tuve la oportunidad de vivir ese momento, sino que tuve la oportunidad de ser parte de la historia de Puerto Rico. Llevo años de manifestaciones, huelgas, piquetes, luchando por un mejor país, gracias a mi madre y padre que me han inculcado ese sentido de buscar que se haga justicia. Haber vivido todo eso me hace sentir que logré algo, que por primera vez tuvimos una victoria de esta magnitud.

Es algo bien lindo y me llena de mucho orgullo ver a toda la gente que tú quieres y conoces unida luchando por una misma causa, dejándose ver y buscando maneras creativas de hacerlo, formulando foros para educar a los demás; ver todo ese tipo de organización que muchos piensan que es espontánea, pero en verdad no lo es porque esto viene cargado de muchas otras luchas y otros pasos que hemos dado.

Fue un acto revolucionario en su máxima expresión. Nosotros queríamos que esa persona que estaba ahí se fuera. No estábamos tratando de negociar, de pedir perdón, no estábamos buscando nada de eso; estábamos buscando que se fuera porque ya no lo reconocíamos como gobernador. Eso no solo fue grande, fue atrevido y yo creo que eso es lo que describe un acto revolucionario.

Aunque el Grito de Lares se dio de una manera distinta por el momento histórico, fue otro acto atrevido que debió ocurrir y con el que compararía este verano del 2019. Sembramos una semilla y poco a poco tenemos que ir plantando más semillas para crear ese bosque de revolución. La gente organizándose en los municipios, los trabajadores y trabajadoras de la Cadillac, que le reclamaron cambios a su patrono, fueron producto de la semilla que nosotros plantamos en el verano.

Guarionex Padilla Marty

El verano del 2019 fue posiblemente la manifestación más grande como País contra el gobierno colonial de Puerto Rico. Tuvo una dificultad o quizás un problema: a diferencia de otras manifestaciones de pueblos, como pudo haber sido Vieques, careció de una organización, de una estructura que pudiese canalizar otros reclamos más allá de la salida del gobernador y quizás ese fue uno de los grandes impedimentos para que se pudiese resolver o exigir otro tipo de reclamos, como la auditoría de la deuda o unas nuevas elecciones, entre otros. No había una estructura, había un objetivo que la gente quería, que fue tangible, que era la renuncia del gobernador.

También fue un ejercicio democrático que no se había visto en Puerto Rico nunca y que dio paso a las asambleas de pueblo como una continuación de esos reclamos que no se lograron, más allá de la renuncia del gobernador, pero que sí se está buscando que se cumplan a través de los municipios. Es una vuelta a que el municipio, como núcleo, sirva para llevar a cabo las políticas ciudadanas, porque son los ciudadanos los que se están organizando en torno a sus problemas inmediatos. Estas asambleas son esa continuidad a ese proceso que, en efecto, podemos llamar revolucionario.

Hablar de que hubo una revolución con lo que ello implica… No hubo un cambio más allá en las estructuras, porque vemos que la misma clase dominante sigue en el poder, la misma estructura de KOI, por ejemplo, sigue controlando la discusión de lo que hace el gobierno y como se desenvuelve. Lo que sí se logró en un acto revolucionario fue la salida del gobernador.

Fue importante, sobre todo para la juventud, que nunca se había unido políticamente en un acto como este. A pesar de que no se cambió la estructura, ciertamente la clase política se llevó una advertencia de que si sigue haciendo las cosas como las estaban haciendo va a haber una respuesta del pueblo y esa respuesta va a ser en la calle. Ya se demostró con el verano del 2019.

La clase política ha tenido su lección, los partidos van a tener que aprender mucho, sobre todo el PNP y el PPD. Saben que la gente les va a pasar factura a cualquier cosa que hagan.

Creo que la espontaneidad, tanto en Lares como en el verano del 2019, está presente. En Lares se tuvo que adelantar el Grito porque inicialmente iba a ser en Camuy, pero hubo indiscreciones. Aquello no duró mucho, entre las escaramuzas batallas y demás, pero sembró la semilla de la lucha por la independencia. De esa misma manera, el verano del 2019 ha sembrado una semilla de lucha de una generación que ha nacido en medio de la crisis. De repente, tenemos un evento casi revolucionario en el que podemos expresarnos contra toda esa carga de décadas que nosotros los jóvenes tenemos; llega el verano y nos da nuevas esperanzas de que se puede hacer algo mejor, un nuevo Puerto Rico.

Fue lo mismo que pasó en el Grito de Lares a toda una generación de patriotas que vieron sus esperanzas en la lucha por la independencia y que dio paso a una serie de reformas políticas en Puerto Rico. Así, esperamos que el verano del 2019 traiga a largo plazo un cambio de mentalidad y que dé paso a un nuevo proceso político constituyente y de independencia política.

 

Raúl Baéz

Yo creo que, si bien no fue una revolución como hemos conocido procesos revolucionarios en otros países, que son procesos que toman años en desenvolverse y que pueden tener varias explosiones revolucionarias internas en diferentes momentos, sí podemos plantear que el proceso del verano del 2019 fue un levantamiento que tuvo unas connotaciones revolucionarias en ciertos aspectos.

Más que con el Grito de Lares (aunque se pudiera hacer una comparación luego) yo creo que a lo más que tuvo un parecido es al Mayo 68; a las explosiones estudiantiles y juveniles que hubo en varios países –principalmente en Francia– en ese año, porque tiene unos paralelos bien marcados, sobre todo, los actores sociales que se movilizan.

El Mayo del 68 tuvo una marca fuerte en países europeos y Estados Unidos, pero en América Latina también hubo unos levantamientos (México, Argentina, Chile, Uruguay) donde la juventud se tiró a la calle. Y no solamente fue la juventud universitaria, sino también los sectores de la juventud que se iban integrando como capas nuevas a la clase trabajadora. Estos iban imprimiéndoles a las luchas de la clase trabajadora, que se habían formado en otra época del desarrollo económico del capitalismo, una radicalidad que traían de su experiencia universitaria.

En Puerto Rico este verano tuvo esas características y para mí fue el desenlace de varios procesos de lucha. Uno es el que se abrió con Vieques y con la huelga de maestros del 2008 y que continuó con los procesos de lucha en la Universidad de Puerto Rico en 2010, 2011 y 2017. También, con los procesos de lucha ecológica contra el gasoducto, las carboneras, etcétera. Procesos que dieron base, métodos de lucha y experiencias organizativas que unos sectores imprimieron a la explosión que se dio en el verano.

Para mí y para muchos compañeros y compañeras con los que he tenido la oportunidad de evaluar someramente el proceso, porque todavía uno no ha podido recoger el insumo total de lo que vivimos, creo que en cierta forma, aunque no fue una revolución estrictamente hablando, representó el estallido revolucionario o la revuelta que habíamos esperado por muchos años; pero no fue como nos lo imaginábamos. Eso demuestra que la lucha de clases y la lucha social a veces toma unos caminos inesperados y explota por unos lugares y por unos actores inesperados.

El Verano del 2019 lo que deja sobre el tapete es que el pueblo en su conjunto, más allá de los sectores que generalmente se movilizan, probó que la lucha produce victorias concretas, y una vez la gente tiene esa experiencia es bien difícil que eso se borre del ideario colectivo y en cualquier momento la gente puede movilizarse.

Lares fue una revolución clásica, una conspiración de los sectores más radicales del separatismo; Jacobinos y su programa económico burgués, más radical que otros programas económicos burgueses de América Latina e inclusive más radical que el de Estados Unidos. En este caso, lo que vivimos en Puerto Rico fue una explosión social, de lucha de clases, que fue corta en el tiempo. Esto debido a las condiciones que tiene nuestra clase trabajadora y nuestro movimiento independentista. Por ende, no pudo sostenerse en el tiempo como para tumbar el gobierno y cambiar la sociedad o comenzar un proceso de transformación. Sin embargo, abrió las posibilidades para que se organice algo nuevo.

No tiene que ver con los procesos en su comparación uno contra el otro, sino que tiene que ver con cómo nos han contado la historia del país. Siempre nos han hecho la historia de que en Puerto Rico somos dóciles, de que aquí la gente no lucha y que en años recientes todo se ha canalizado por las elecciones. Esa no es nuestra historia como pueblo, no es la historia de Lares y no es la historia de este proceso del verano donde la gente se cansó de un gobernante y se levantó hasta que lo sacó. En eso es el paralelo y la lección de los dos procesos. Para mí es el mayor parecido que tiene con Lares.

El proceso revolucionario en América Latina hizo que sectores reaccionarios de las nuevas repúblicas, derrotados, llegaran a Puerto Rico. Luego, en el 1868 estalló el proceso revolucionario de Lares en contra de muchos de esos sectores aristocráticos que apoyaban los abusos y el monopolio que tenía la Corona del comercio y de las tierras. Es como si la realidad de la lucha social se empeñara en comprobar que la historia oficial se equivoca. Los grandes cambios que ha habido en Puerto Rico siempre han sido productos de grandes procesos de movilización social, y este no fue la excepción.

Otro elemento de Lares que faltó aquí fue la organización. Aunque el Grito fue derrotado, fue un proceso organizado. Fue un elemento que faltó porque los sectores organizados no éramos tan fuertes para llevar el proceso a que tuviera consecuencias y ganancias mayores: un proceso constitucional de ganar mayor soberanía; un proceso constitucional inclusive independentista; un nuevo gobierno; que se planteara un reto a la Junta y al imperialismo. Nada de eso se logró, pero no quiere decir que uno lo esté tirando a la pérdida, fue un proceso excelente, nunca antes visto, que muchos de nosotros y nosotras no habíamos vivido.

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