Te has ido muy pronto

Simeon Villalba

 

Especial para CLARIDAD

… “En el fondo no hay buenos ni malos…

ni corderos ni lobos:  sólo los castigados y los impunes.”

Los colores del incendio

Pierre Lemaitre (2019)

A la memoria de Simeón Villalba

Conocí a Simeón como Árbitro del Negociado de Conciliación y Arbitraje del Departamento del Trabajo y Recursos Humanos.  Jóvenes, teníamos miradas parecidas.  El mirar tiene sesgos que nacen en los suburbios del complejo laboratorio de ojos-cerebro, pero siempre se originan en el corazón.  Aunque las nuestras tenían ángulos y competencias diferentes  -él, juzgador, yo, abogado-  desde el primer momento coincidimos en las aguas del lago de la justicia, plácidas a veces, turbulentas las más, ya que el mundo era entonces  -y aún lo es- profundamente injusto.

Muchos años después, al coincidir en algún lugar entre copas, mesas de dominó, billar y pantallas transmitiendo beisbol, Simeón me comentó sobre nuestro primer caso, que había sido su primero como Árbitro: …“las cosas no siempre son lo que parecen.  Es difícil juzgar…”  Le contesté, sin recordar el evento:  “Tienes razón.  Es más fácil abogar.”

Simeón Villalba Rodríguez, patriota cabal, acaba de fallecer.  Cumpliría 70 en diciembre próximo.  Era apenas tres meses más joven que yo.  Se había jubilado temprano.  Parecía tener urgencia de hacerlo.  Ello no impidió que su lucidez y su meticulosa y puntual calibración de la justicia como juzgador continuase al servicio de los trabajadores hasta el día último.

Al irse demasiado temprano, muchos de los que lo conocieron después que yo, le recuerdan por experiencias diferentes:  el dominó, el billar, el “jiñi-jiñi”, la camaradería, el beisbol.  Yo sigo recordándolo como un hombre justo, comprometido con serlo siempre, incapaz de no serlo, amigo de sus amigos y gestor/provocador de polémicas que protagonizamos amigos y conocidos, quienes  -aún gritándose-  se querían (nos queríamos) mucho.  Por alguna razón que sólo él sabía, Simeón tenía prisa.  Aunque no nos resignamos, abrazó trascender sin decírnoslo antes.

El día de su muerte  -que no pudo o quiso esquivar, si hubiese podido-  Simeón hubiera llamado a Cao Delgado y a su hijo, y a sus amigos de “la gran ciudad” -Aguadilla-  para celebrar la victoria de sus Esquivadores de Los Ángeles.  Igual, apenas esto se publique, de haber podido, hubiese votado por el Partido Independentista Puertorriqueño bajo su insignia, íntegro, como lo hizo siempre. Nos hará falta.

Algunas lealtades son lúcidas y premonitorias.

Comentarios a: rei_perez_ramirez@yahoo.com

 

 

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