Testimonio: Guánica cerca de mi corazón

Por Alida Millán Ferrer/CLARIDAD 

amillan@claridadpuertorico.com

He ido a Guánica muchas veces y pienso que es uno de los pueblos más lindos y acogedores de nuestro País. Es más, un grupo de amigas hemos pensado poner nuestra égida ahí. Nunca pensé llegar al sur con el corazón estrujao y con temor de lo que pudiéramos encontrar. Salí temprano el domingo 11 de enero (día del cumpleaños de Hostos y de mi madre) con un grupo de la gente de la Red de Esperanza y Solidaridad de la Diocésis de Caguas y una parte del grupo de amigas que querían hacer llegar su solidaridad. 

A pesar de que entendemos de que no es bueno que la gente llegue por manadas allí, REDES ya había organizado a quienes y como darle la ayuda a las comunidades.

La primera parada fue en Peñuelas a dejar una encomienda de una de las exlanzadoras del equipo de Sofball Nacional, Ivelisse Echevarría y fue el único sitio donde dejamos la donación en el Centro establecido por las autoridades de ese pueblo. Allí una persona solo hizo un comentario del comportamiento de la Guardia Nacional “llegó la Guardia Nacional a ponerse guapos”. De afuera se veían las casetas de campaña donde pernoctaba la gente desde hacía casi una semana. 

 

Arzobispo González Nieves celebrando misa en Guánica.

Seguimos nuestro camino hacia Guánica y todas y todos íbamos cada vez más callados, de hecho no prendimos el radio en ningún momento (cosa de la cual me percaté despúes). Al llegar a Guánica íbamos en busca del Padre Segismundo de la parroquia San Judas Tadeo de la comunidad La Luna, parroquia que le esta dando servicio a 22  de las comunidades afectadas. La pequeña Iglesia estaba cerrada, tenía una grieta enorme, pero al lado al aire libre  estaba celebrando una misa el arzobispo Roberto González, mientras el padre Segismundo hacia de tripas corazones para atender la ayuda  que llegaba y las peticiones de sus feligreses. Cuando logramos llegar al centro de acopio coincidimos con la llegada de un grupo de comerciantes de Coamo, que al igual que nuestro grupo iba a llevar todo tipo de suministros. Era un grupo grande y alegre.  El nuestro era un grupo pequeño e íbamos con la tristeza a cuestas, una gran amiga vive en Guánica y sabíamos que estaba desolada, sin embargo, era ella quien había hecho los arreglos con los líderes comunitarios que vimos luego de la parada en la iglesia. 

Los líderes Soraya y Pancholo nos recibieron con cara de cansancio y alegría, llevaban muchas horas en pie y tratando de distribuir la ayuda que llegaba a las comunidades  donde casi nadie llega. Les dejamos la mayoria de los sacos de dormir, sábanas, casetas y matress, para una comunidad que se habia quedado casi a la intemperie. 

Nuestra última parada fue en Yauco a recoger a nuestra amiga y su familia, allí oímos el cuento de horror del ruido que hace la tierra cuando tiembla, como levanta los pisos, cómo salió la gente hacia la calle con lo que tenían puestos, en fin como veían las casas partirse y caer en pedazos.

No encuentro palabras para describir la sensación de impotencia y de rabia con la que regresábamos a San Juan. Pensaba ¿que va a pasar ahora?, por qué el gobierno sigue arrastrando los pies? ¿qué pasará con la gente que perdió sus casas? ¿a dónde irán a parar los y las envejecientes que no tienen a nadie?Aquí nada funciona y la gobernadora esta pidiendo a la alcaldesa de San Juan las letrinas de la calle San Sebastián. Seguía dandome vueltas en la cabeza aquella frase de “sólo el pueblo salvará al pueblo”.

#elsurtambienexiste

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