TOPOGRAFÍA: La piedra en Palacio

Esta es una historia real y verdadera que parece un cuento de hadas. Empieza en la dureza de la Calle y culmina en la blandura de Palacio. El incansable Equipo de Investigación de la sección de Topografía se encuentra en la residencia de un personaje muy particular, la Señora Piedra. Como todos sabemos la Señora Piedra fue lanzada a la fama y al estrellato gracias a la conferencia de prensa del Gobernador. Todos recordarán cómo el líder Riqui Piquito de Oro de las Nieves sostenía en su mano a la Digna Señora mientras argumentaba filosóficamente y con su característica voz sobre los caminos al porvenir que la susodicha sostenida inspiraba. También, los lectores recordarán que ella, la piedra, se sonreía a los cuatro vientos. Pues aquí estamos en su lujosa residencia en un sector residencial exclusivo del país. EI: Señora Piedra, el Equipo Investigativo de Topografía quisiera hacerle unas preguntas. Piedra: Adelante, con mucho gusto, me siento muy honrada. Permítanme que les ofrezca algún refrigerio, un café, agua, un coñac.

EI: No gracias, mejor empecemos con las preguntas.

Piedra: Sí, claro, por supuesto. EI: Primeramente, ¿cómo se sintió en esa conferencia de prensa en la que el gobernador la sostenía a usted en la mano? Piedra: Figúrese, de maravilla, pues le digo con toda honradez, yo era una piedra de la calle, que vivía en lo más bajo, como quien dice abandonada a mi pobre suerte de pobre. Sí, yo estaba allí, como quien dice en cualquier sitio de la vida miserable, en una vulgar cuneta, en los fondos de la inmundicia y llegaron unas manos amorosas y . . . EI: Perdone que le interrumpa, ¿de quién o quiénes eran esas manos amorosas? Piedra: De unas personas uniformadas de azul y otros con chaquetón y corbata, dijeron que eran asesores del Gobernador. EI: Gracias, continúe. Piedra: Pues llegaron esas manos amorosas y con gran cuidado me levantaron del polvo de la vida y me colocaron suavemente en una caja de zapatos muy cómoda que tenía un pañito blando como el algodón y suave como la seda y me llevaron nada más y nada menos que hasta la residencia de su excelencia el Gobernador. Me sentía como en un cuento de hadas. Yo, una cualquiera de la calle, había llegado por la gracia de unas manos (¡gloria a esas manos!) hasta el más importante palacio del país. Es cierto que yo solía ver a su excelencia el gobernador y su familia y sus ayudantes entrar y salir, con sus caras de preocupados, pero en esos asuntos yo no me meto porque soy, como saben, una simple y humilde ciudadana que no entiendo nada de política, pero sí, yo los veía ir y venir y hasta pena me daban a veces aunque yo no supiera porqué se veían así, tristes, a veces sin afeitar, llevando papeles y bultos. Una vez se les cayó un papel lleno de números, yo lo vi, pero no entendí nada. Y mientras los veía en sus trajines y movimientos me decía Piedra, piedrita, tú que eres tan feíta, jamás irás con ellos, pues para ti y para los que son como tú el único hogar es la calle . . . EI: un momento, le interrumpo de nuevo, ¿dónde dice usted que residía? Piedra: Ay pero qué palabras son esas, mijo, yo no residía, yo estaba tirada en la calle, como dije . . . EI: Por favor, ¿puede contestar la pregunta? Piedra: Pues claro, yo no tengo nada que ocultar, yo no soy de los que tiran la piedra y esconden la mano. EI: Por favor, ¿puede contestar? Piedra: Sí, por supuesto, yo estaba justo allí al lado del palacio del gobierno y residencia de su excelencia el gobernador. EI: O sea, que usted no fue arrojada contra la policía. Piedra: Pero qué va, si yo estaba allí solita mirando el palacio y fantaseando con algún día cumplir mi sueño como la cenicienta y, como le dije, llegaron mis descubridores y descubrieron mis talentos y aquí estoy. ¿Ha leído usted ese cuento? EI: Sí, pero quiero seguir con la entrevista. Y ahora que ha sido descubierta, ¿cuáles son sus planes? Piedra: Ay, es que se me ocurren tantas cosas, pero sobre todo iré a dónde me lleven, pues yo estoy y estaré siempre, sí señor, al servicio del Palacio, por eso participaré en todas las conferencias de prensa a las que me inviten. Además, me interesa abrir una Escuela de Belleza y Modelaje porque el talento innato, digamos, en bruto, de mis hermanas, hay que pulirlo. Cuántas piedras perdidas, como estaba yo, no habrá por ahí esperando la oportunidad de prepararse para el lanzamiento a la fama y al éxito. Además, hay que aprender a comportarse delante de las cámaras. Ya vio usted como yo me sonreía de forma tan natural a los cuatro puntos cardenales mientras el gobernador ilustraba al pueblo con su verbo radiante. EI: Supongo que usted quiso decir “puntos cardinales”. Piedra: Oh, sí, disculpe, gracias por la puntuación. Continúo. También pienso escribir mis memorias para lo cual ya tengo varios títulos. Dígame usted cuál le gusta más: “La piedra en palacio”, “La vida dura y blanda”, “De la Calle al Palacio un paso es”, “Piquito de oro y la piedra”, “De la mano de su Excelencia”. EI: Muy interesantes los títulos. ¿Y ya ha escrito algo? Piedra: No, todavía nada. Es que soy muy cabecidura, ¿sabe? Me dicen que practique a organizar mis ideas, pero me da trabajo y siento que el cuerpo me pesa y me quedo tiesa. Ah, se me olvidaba, también quiero tomar clases de canto. Y tengo más planes. Auspiciaré la excavación de una cantera en busca de las mejores piedras que puedan servir al gobierno y, por ende, a la sociedad, estableceré un fondo de becas para que otras piedras pobres como yo puedan tener las oportunidades que yo no tuve, crearé el concurso Miss Piedra para el que habrá que aprobar pruebas muy duras, nada de preguntas bobas de la paz mundial ni nada de eso. Ya me han dicho los muchachos del Gobernador –tengo confianza con ellos y les digo así– que para cada manifestación y protesta me prepare, que me maquille para verme bien machucá y dolida, porque me van a necesitar. Ya me han confeccionado un calendario con algunas fechas como el 1ero de mayo, el 25 de julio, el 23 de septiembre, el 30 de octubre etc. Ellos dicen que seré el “exhibit” estrella ¡y a mí eso me hace una ilusión tan grande! Eso también me permitirá viajar a distintos lugares del país y quién sabe si al extranjero. Si hago bien mi trabajo de piedra podré llegar muy lejos, ¿no le parece? EI: Vaya, usted sí que tiene planes. Piedra: Bueno, también me han asesorado los muchachos –tan jóvenes– de Palacio sobre mis mejores opciones e inversiones. Y ahora que la privatización se ha puesto de moda, imagínese. Hay que estar al día, ¿no? ¿Seguro que no quieren tomarse un cafecito, un coñac? EI: No gracias.

Ya lo han leído. Es el cuento de hadas hecho realidad de cómo una hija de “los sectores más vulnerables” del país entró al Palacio del Gobierno para convertirse en una primerísima figura al servicio del Orden. Las piedras no solo sienten, también tienen mucho que decir y hasta cantan. Así, pues, el Equipo de Investigación se despide. Hasta la próxima.

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