Topografía: Un niño de carne y hueso

Qué se le va a hacer. Me ha dado con pensar en ese niño nacido el 25 de diciembre hace más de 2,000 años. Bueno, ya se sabe que al fervor popular poco le importan la exactitud de las fechas o la veracidad histórica de los acontecimientos. Como sea, me ha dado con pensar en esa criatura real, que nació y se crió en una familia humilde, hijo de María y José, y que ejerció, posiblemente, de carpintero, como su padre, y que predicó por Galilea y Jerusalén hasta que lo mataron.

Dicen que el que busca encuentra y para eso tenemos en nuestros días la internet o la red. Así, pues, motivado por mi ignorancia sobre la existencia histórica de Jesús he dado con el catedrático español de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, (que se identifica como agnóstico) Antonio Piñero Sáenz, (de Cádiz). Es autor de aproximadamente 28 libros sobre el cristianismo primitivo y el mundo antiguo.

Es uno de los que defiende con pasión y argumentos la existencia de Jesús. En su conferencia, “¿Existió Jesús de Nazaret?” dictada el 16 de junio de 2018 (disponible en YouTube) afirma lo siguiente: “La ciencia sostiene en un 99 por ciento que el personaje existió pero con las debidas distinciones y consideraciones.” A mí, que por ateo o agnóstico he descreído tanto del Cristo oficial como del Jesús humano, la conferencia me ha iluminado.

La argumentación del erudito a favor de la existencia de Jesús se basa en tres puntos.

1. Es preciso distinguir entre el Jesús histórico y el Cristo mítico religioso pues ha habido un gran malentendido. Como se les ha confundido, es lógico que los que niegan el Cristo de los milagros y de la resurrección hayan negado también al humano histórico. Ese ha sido mi caso. Una vez se separan los dos Jesús, se puede estudiar con mayor precisión la figura humana o histórica.

2. Hay que revalorar y estudiar otras fuentes donde se menciona a Jesús. El investigador da como ejemplo los escritos del historiador judío Flavio Josefo, en particular, su libro, Antigüedades de los judíos y la Epístola a los gálatas de Pablo (el apóstol).

Flavio Josefo menciona dos veces a Jesús. En una de las menciones narra que en el año 62 el sumo sacerdote, Ananías, aprovechando que no había gobernador en Judea, acusó a Santiago, (jefe de los judeocristianos de Jerusalén) identificado en el texto como hermano del ungido o cristo, de violar la Ley, por lo que fue sentenciado a muerte. De aquí se infiere la existencia de Jesús puesto que se le identifica como hermano del condenado.

En la otra mención del libro Jesús aparece en el contexto de una lista de personas “perniciosas” para Roma e Israel. Argumenta Piñero que dichas personas, según Flavio J., eran perniciosas porque ayudaron a “elevar la temperatura mesiánica” que motivó a los judíos a enfrentarse a Roma lo cual trajo nefastas consecuencias para ellos. Por eso Flavio Josefo los ve como perniciosos. El pasaje, luego de ser limpiado de las frases añadidas por los escribas cristianos, dice más o menos así: “y por aquel tiempo de Jesús ocurrió otra cosa terrible que causó igualmente gran perturbación entre los judíos”. Es clara evidencia de la existencia de Jesús.

Pablo, por su parte, en la Epístola a los gálatas, menciona dos veces que vio a Santiago, el hermano de Jesús. Tres años después de su llamado o del inicio de su vocación como cristiano, Pablo va a Jerusalén. Allí se encuentra con Pedro, con quien estuvo 15 días. Y vio a Santiago, identificado como “hermano del Señor”, o sea, Jesús. Luego, pasan 14 años y vuelve a Jerusalén y se encuentra con Pedro, Juan y, otra vez, con Santiago, y les da la mano. Para el conferenciante sería absurdo pensar que Pablo hablara con los apóstoles de un imaginario o mítico personaje. Además, se reitera el vínculo sanguíneo con Santiago. Es otra prueba de la existencia de Jesús. Si existe Santiago, el hermano, pues también él.

3. El análisis crítico de los evangelios oficiales constata la imposibilidad de su falsificación. Es decir, los textos canónicos son infalsificables. Este argumento se resume en la idea de que precisamente las discrepancias o contradicciones entre los evangelios canónicos son la prueba de la existencia histórica de Jesús porque narración tan compleja y contradictoria no pudo haber sido inventada de una vez y en bloque. Hubo un ser humano real sobre el cual, poco a poco, a través de los años, escribieron, inventaron y discreparon los evangelistas. Piñero da como ejemplo, interesantísimo, entre otros, el bautismo de Jesús. Marcos, el autor del primer evangelio, el más antiguo, aunque da cuenta del hecho de que Jesús es bautizado por Juan, comete un error teológico (que no sabía que cometía porque todavía no se había inventado el resto de la teología). He aquí el error: si Jesús es el hijo de Dios, carece de pecados y no tiene necesidad de purificarse o regenerarse por medio del bautismo. Es decir, Marcos señala un hecho histórico pero comete un error teológico que tratarán de arreglar los otros evangelistas. Así pues, Mateo, en su evangelio, dirá que Juan el bautista no quería bautizar a Jesús, y hará decir a Jesús unas palabras “sibilinas”: “Déjame ahora pues así conviene que cumplamos toda justicia.” Luego, Lucas, también “sibilinamente”, según el conferenciante, luego de la narración de la muerte del bautista por orden de Herodes dice : “y cuando todo el pueblo estaba bautizado, bautizado Jesús y puesto en oración se abrió el cielo” y no hay más mención del tema. Finalmente, Juan el evangelista, no solo omite toda mención del asunto del bautismo sino que pone en boca del bautista unas palabras sobre Jesús que son un resumen de la teología de Pablo, algo que el bautista no podía saber. Este, que está con sus discípulos, ve pasar a Jesús y les dice a los suyos “he aquí el cordero de Dios que quita los pecados del mundo”. La consecuencia de esto: el bautismo del que habla Marcos es un hecho histórico. Si el incidente produjo reescrituras de enmiendas teológicas en los siguientes evangelios es harina de otro costal, pero el hecho es innegable. En otras palabras, si entiendo bien el razonamiento, la contradicción teológica entre Marcos y los posteriores evangelistas es prueba de la veracidad histórica de Jesús; estos no podían negar el hecho informado por aquel.

En fin, que me parece razonable y convincente la argumentación del catedrático.

Sabemos que la fe religiosa se justifica en lo que está más allá de las comprobaciones. De otro modo, no sería fe. Mientras tanto, en lo que el mundo encuentra su rumbo o se acaba, todos los años, el 25 de diciembre, según la tradición, vuelve a nacer la criatura que para muchos fue el hijo de Dios.

Pero no se olvide que “todo” comenzó con el nacimiento de un niño real, de carne y hueso, en el seno de una familia humilde. Aunque pensándolo mejor, tal vez “todo” fue casualidad, porque bien pudo haber sido una niña o sabe Dios si otra posibilidad. Pero eso sería otro evangelio.

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