Un gobierno sin compasión

Por Félix Córdova Iturregui

Especial para CLARIDAD

Teresita Fuentes, Secretaria de Hacienda, renunció el 25 de enero de 2019 después de ocupar el puesto apenas unos meses. La carta enviada al gobernador es realmente sorprendente. Le expresa que no está a tono con la política del gobierno y después de citar a Roberto Clemente le indica que su mayor deseo es ver un gobierno que tenga compasión, con una política prudente y cuidadosa, con amor al prójimo y amor patrio. El listado de términos escogidos para despedirse del gobierno es muy revelador: compasión, prudencia, cuidado, amor al prójimo y amor al país. Si su mayor deseo es ver un gobierno con estas cualidades, lo que indica es que el gobierno que abandona no las tiene. A esto se añade la cita de Clemente que trae al recuerdo un hombre que dio su vida por ayudar al prójimo.

¿Cuál fue la reacción de Ricardo Rosselló? De inmediato decidió enviar a Raúl Maldonado otra vez a la silla del Departamento de Hacienda. Ni tan siquiera se molestó por proyectar un gesto de reflexión. No, actuó como si pisara el acelerador. Raúl Maldonado vio cómo se arremolinaron varios sombreros en su cabeza: Secretario de la Gobernación, Secretario de Hacienda, Principal Oficial Financiero, y Director de OPG. Teresita Fuentes, a su vez, dejó el puesto en una coyuntura crucial: 1) en el proceso de concluir los estados financieros auditados del gobierno, de los años 2016, 2017, y 2018; 2) cuando el gobierno insistía en su pedido a las autoridades federales para que liberaran los fondos asignados; 3) en el momento de poner en función la llamada reforma contributiva; 4)en el proceso de aprobar un nuevo código de incentivos; 5) en el contexto de la preparación del presupuesto del próximo año fiscal. ¿Por qué una persona identificada con la política del gobierno y en circunstancias tan complejas abandonó su puesto?

Antes de abrir el espacio para una posible contestación a esa pregunta, debemos hacer otra: ¿quién es Teresita Fuentes? La interrogación es necesaria porque una Secretaria de Hacienda, o un Secretario, no es una persona que uno tienda a vincular con la compasión, el amor al prójimo o el amor patrio. Teresita Fuentes tuvo una larga carrera muy exitosa como socia de Ernst & Young, una conocida firma que actualmente tiene importantes vínculos contractuales con la Junta de Control Fiscal. Además, ocupó un importante puesto en Hacienda bajo el gobierno de Pedro Rosselló entre 1993-1996. Cuando Luis Fortuño ganó las elecciones de noviembre de 2008, ese mismo mes, antes de comenzar a gobernar nombró el Consejo Asesor de Reconstrucción Económica y Fiscal, conocido como el CAREF. Teresita Fuentes fue una de las personas escogidas para formar parte de ese cuerpo, presidido por Richard Carrión. Otro miembro del CAREF fue Rodolfo Colberg, Socio Administrador de Ernst & Young. El CAREF tuvo una destacada participación en el proceso de elaborar la política del gobierno de Luis Fortuño: la Ley 7, con decenas de miles de despidos, la política de privatizaciones y de Alianzas Público Privadas, la consolidación de agencias, el dejar sin efecto los convenios, etc. En resumen, Teresita Fuentes participó en la formulación de una política que prefiguró en muchos aspectos la política del actual gobierno. ¿Por qué entonces ahora se retira hablando de compasión?

Si esta distinguida contable se quita de un puesto por falta de compasión en el gobierno, después de esa trayectoria política, algo tenebroso debió haber observado. En el mismo proceso en que el gobernador recibió la renuncia, que se hizo pública, y que la Junta de Control Fiscal aprobó su decisión de nombrar otra vez al Principal Oficial Financiero como Secretario de Hacienda, salió a relucir la madeja de contratos millonarios vinculados con el hijo de Raúl Maldonado, en múltiples agencias del gobierno. Este escándalo, de enormes proporciones, no hizo titubear al gobernador en su apoyo a Maldonado. La política de austeridad, desde hace décadas, esgrimida para salvar el país, ha dejado ver otra vez su verdadero rostro. Ni el gobierno ni la Junta reaccionan ante la organización del despojo de fondos públicos y el asalto a los recursos del estado. Teresita Fuentes se escandalizó ante los contratos otorgados por su viejo amigo, Raúl Maldonado, a empresas como Virtus, Optima Consulting, OGP Technology, y al tejido complejo de otras empresas que subcontrataban a su hijo: como Integrity y Centurion Consulting. La fórmula neoliberal seguida por el gobierno y la Junta funciona con precisión: mientras unos pocos hacen festivales de contratos y se enriquecen, la mayoría sufre y se empobrece. La llamada eficiencia de la empresa privada consiste en el acomodo político para llegar hasta el dinero del estado. Hacienda es el lugar perfecto para este despojo. Pero este es un mundo, ciertamente, ajeno a la compasión.

Mientras tanto, el país lleva largos meses escuchando un inacabable relato de la angustia. No bastó la dolorosa incertidumbre sobre la abultada cifra de muertes a causa del tenebroso huracán de septiembre 21 de 2017. Una vez pasada la violencia de la tempestad, la muerte sigue revolcando la tragedia debido a la incapacidad del gobierno, que no es otra cosa que falta de voluntad, falta de interés. Si en los pasados meses el Negociado de Ciencias Forenses, por escasez de recursos y por su desorganización gerencial, no ha podido evitar la acumulación de cadáveres, de la manera más inesperada se ha hecho visible un aspecto siniestro de la crisis económica y política. Los familiares en protesta colectiva han tenido que manifestarse con doloroso coraje frente al edificio que retiene los cuerpos de sus seres queridos. Han pronunciado la palabra que describe al gobierno: la insensibilidad. No usaron el término compasión, porque están en el lado de los que sufren.

¿Quién hubiera imaginado un piquete de esta naturaleza en el pasado? No para luchar por una conquista laboral o para defenderla, no para ampliar un derecho político, sino para pedir con el pecho acongojado la devolución de un cadáver para darle la sepultura con amor y respeto. El caso de los cuerpos amontonados y de los familiares lastimados es dramático. No hay duda. Pero no es el único. ¿Quién puede olvidar las decenas de madres y padres, hasta de niños muy pequeños, exigiendo explicaciones sobre el cierre de sus escuelas? Allí también se expresó la misma actitud que en el Negociado de Ciencias Forenses: la insensibilidad. Estamos ante los frutos de la política que se expresa con el viejo enunciado de Pedro Rosselló: que el mercado decida. El fundamentalismo de mercado, ayer del padre y hoy del hijo, genera riquezas para un grupo cada vez más reducido y propaga pobreza para la mayoría de la sociedad. Si el mercado, en cualquier sociedad del mundo, abandonado a la pureza de su dinámica, polariza la riqueza, en la situación colonial de Puerto Rico, se convierte en una máquina implacable de subordinación y de crueldad.

El término insensibilidad, expresado reiteradamente por familiares, padres, madres y niños, no es casual. Recoge con precisión la maduración de una política que se ha descrito como neoliberal: dejar que el mercado funcione con la más amplia libertad para garantizar la reproducción de los intereses empresariales. ¿Cómo puede pensarse que la condición colonial, en tiempos de los grandes espectáculos globales, se puede resolver con esta política que pone simultáneamente sobre el escenario el escándalo y la miseria?

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