Una docena de preguntas a Freddie Marrero

Luego de doce años y un huracán (María) que impidió que se llevara a cabo la premiere el 23 de septiembre pasado, ¿qué piensas ahora de tu trabajo en este documental? ¿Por qué tanta dificultad?

Como productor, pienso que nos corresponde bregar con el Segundo Principio de Termodinámica. Todo Sistema dejado por sí solo, tiene a la entropía. Producir una película es luchar contra la tendencia al desorden natural de las cosas. Entiendo que las dificultades son intrínsecas a cualquier proyecto audiovisual, pero sí este documental enfrentó una serie de dificultades y obstáculos, hasta el mismo momento de su estreno. Por un lado, la dimensión política de Filiberto, en nuestro contexto colonial, es un símbolo amenazante para el status quo y eso levantó pasiones contra el proyecto. Por otro lado, surgieron cosas inconmensurables, de fuerza mayor. Ante esas dificultades se pudo, con tiempo, esfuerzo y paciencia, tener una respuesta para poder continuar y terminar el filme.

¿Cómo se documenta el clandestinaje?

El objetivo no fue documentar el clandestinaje. Pero como Filiberto vivió en el clandestinaje gran parte de su vida, el tema del clandestinaje impactó grandemente el proyecto. No solo a nivel narrativo, sino que la investigación tuvo que adaptarse a esa condición. También hay aspectos legales y éticos que surgían en distintos momentos, requiriendo toma de decisiones sobre la marcha. Documentar esas partes me fue posible desde un posicionamiento humilde y realista desde el cuál sabía de antemano que no podía saberlo todo y que eso estaba bien. El hecho que el proyecto tomara tanto tiempo, terminó ayudando ya que mucha información requirió de mucho tiempo en poder ser aprehendida.

Tu trabajo siempre ha asumido una perspectiva progresista, lo mismo ocurre con otro documentalista, Tito Román El Antillano (2014) y Ayotzinapa en mí (2016), ¿es una decisión política?

Yo soy formado en la Ciencias Sociales, en Sociología. Me pienso como un sociólogo que escribe con imágenes y sonido porque durante mis estudios graduados me di cuenta que a pesar de lo valioso, increíble y fascinante de la disciplina gran parte de su producción de saberes se queda en un mismo grupo. El documental me permite hilvanar un discurso social que va más allá de un saber gremial. La fascinación que las historias ejercen sobre nosotros los seres humanos, hace que el documental viaje más y tenga, generalmente, mas difusión que un ensayo sobre lo social. Sí es una decisión política por que para mí siempre la política siempre ha estado relacionada a la comunicación-política. Mi experiencia con Poder Estudiantil, ViequesLibre.org y IndyMediaPR así lo dejan claro. La producción de documentales surge en continuidad evidente con esos proyectos.

¿Cuáles son las diferencias en términos de preparación y producción entre un trabajo documental y uno de ficción?

Ambos la ficción y documental, tienen un guión previo al rodaje. Pero esos guiones son muy diferentes. En la ficción es por lo general bastante parecido a lo que será la película al final. En el documental, el guión es muy ficticio. Suena irónico, pero me parece así. El guión para documental está compuesto de escenarios probables, posibles y deseables, pero al final de cuenta ese guión tendrá su construcción final en la fase de montaje. Para mi es difícil concebir a un editor de documental que no sea también parte de sus guionistas. Eso hace que la edición sea considerablemente mucho más larga en el documental que en la ficción. Otra diferencia, es que el proceso de obtener licencias de imágenes y de música es mucho más complicado para el documental que para la ficción y eso tiene además implicaciones para el presupuesto.

¿Quienes son tus maestros, tus

modelos?

He tenido la dicha de tener maestras y maestros extraordinarios. Sería muy difícil mencionarles sin enredarme en aquellos que han influenciado contenidos de las ciencias sociales y quienes lo han hecho sobre saberes generales que le llaman “la vida”. En relación al cine, recuerdo que en un momento muy particular, ver los trabajos de Michael Moore (Roger and Me, TV Nation y Bowling For Columbine) tuvieron un gran impacto en mi, dejándome ver claramente la relación dialéctica del documental político con lo social. Luego, en Cuba, conocer los trabajos de Santiago Álvarez y Nicolás Guillén Landrían me hicieron pensar sobre la flexibilidad de las formas estéticas y narrativas a la vez que ejemplificaban la existencia de un cuerpo de documental político caribeño. El proceso de producción de Filiberto me permitió trabajar de cerca con Diego de la Texera, que considero un gran Maestro, y eso es un regalo que me dio el proyecto. He tenido, además, el privilegio de conocer a un Sabio, como Fernando Birri, y eso me impactó grandemente.

¿Cuales son tus próximos proyectos?

Actualmente trabajo en la fase de distribución de Nuyorican Básquet y Filiberto. Estoy colaborando con la realizadora nuyorican Beni Matías como parte del equipo de producción de su próximo documental sobre el Coquito.

A mí me interesa saber cómo un artista brega con sus poéticas. ¿Cuáles son sus proyectos de creación?

El documental es una forma en la que el artista potencia hechos reales con una mirada artística que permite general un relato que partiendo de lo real se convierte en una aproximación única. Yo trabajo esto desde el papel. Desde la escritura voy buscando metáforas, analogías, alegorías y símbolos desde los cuales estructurar la historia. En ese momento me gusta pensar los personajes desde su dimensión simbólica y pensar en el rol que ellos cumplen en el relato. Así va surgiendo una organización dramática de quienes se ayudan y quienes se oponen entre sí. Esa escritura es imprescindible tanto antes de ir a rodar como luego, revisada contra el material grabado, antes de ir al montaje. El elemento poético usualmente se va incorporando desde lo inconsciente. Cada realizador tiene sus obsesiones que van a apareciendo en la pieza en sus distintas etapas.

¿Cómo llegas a concebir proyectos? ¿Cómo llegas a la idea y su desarrollo?

En seleccionar una idea para desarrollara soy sumamente pragmático. Tengo listas de ideas y si surge el momento que de verdad me quiero comprometer con lo que implica a desarrollar una, tomo en consideración elementos de viabilidad. Pienso como productor. El esfuerzo es tal que no es posible comprometerse con todas las ideas. La mayoría debe ser descartada por razones puramente prácticas y de recursos. El desarrollo es el proceso de validación final. Un buen desarrollo puede tener como conclusión descartar un proyecto. Todavía es una buena etapa para no lanzarse si el desarrollo te deja ver que el proyecto es iluso, débil, irrelevante o irrealizable con los recursos a la mano. También un buen desarrollo puede darte la cartografía completa del proyecto tanto a nivel artístico, técnico y económico. El mapa no es el territorio y siempre hay muchos cambios y muchas contingencias, pero el desarrollo brinda buenas zapatas para armarlo todo.

¿Coinciden las películas con tus ideas?

Es raro ese momento porque es muy amplio el rango de cosas que puede producir. Creo que ya a esas alturas estamos más pendiente a la relación de la audiencia con la pieza acabada que con la pieza en si. Terminarla implica verlas tantas veces que ya termina agotando sensorial y emocionalmente a uno. Es mejor ya ni verla por que se le encuentran “errores”. Al verlo realizado solo pienso en todo el esfuerzo que tomó y en las decisiones que impactaron que una escena sea como es y no de otra forma.

Es muy raro que la pieza final sea fiel a las ideas iniciales. En un sentido bien general, usualmente sí lo es. Pero en su construcción. En su estética, su estructura, su relato la pieza se fue formando en base a todos los procesos que incluyen un sinnúmero de personas frente y detrás de la cámara y dialécticamente va emergiendo una cosa nueva en base a todos esos insumos y las decisiones del realizados que también van cambiando al calor del proceso. La película es un objeto de construcción emergente que termina siendo algo nuevo y diferente a las ideas que la gestaron.

¿Queda algo siempre que desearías continuar?

No siempre. He experimentado un buen sentimiento de cierre con la mayoría de los trabajos que he hecho. En el caso de Filiberto no es así por que el guión era casi el doble de extenso y en el montaje se me reveló algo que ya sospechaba que el proyecto era en realidad para una serie de 2 ó 3 capítulos. Salvando las múltiples diferencias, algo así como Carlos de Olivier Assayas. Entonces hay un arco dramático completo de Filiberto que se me quedó por hacer y sí, me gustaría, en algún momento continuarlo.

¿Tomas distancia de la ficción?

En sus inicios había solo películas y con el tiempo se ha diferenciado bastante entre uno y lo otro. Entre la ficción y el documental. Hay veces que todavía se pude ver una o otra película que no es ni ficción ni documental, sino todo a la vez. Sí pienso que como documentalista tomo distancia con la ficción principalmente en la forma de hacer. Hay prácticas sobre el trabajo con las personas que son muy distintas en cada campo. No me gusta trabajar con los personajes del documental dando muchas instrucciones y haciendo que repitan cosas. Hay toda una tradición documental que sí lo hace, pero prefiero que las personas que pongo frente a cámara se dirijan ellas mismas. Eso levanta toda una serie de incertidumbres y tensión de saber si lo que harán será cónsono con el guión, pero asumo el riesgo apostando que será más autentico y la audiencia así lo siente.

¿Quieres hacer ficción?

Como director estoy muy convencido en no querer hacer ficción. Como productor, no lo descarto, de llegar un proyecto interesante, sí podría asumir la empresa.

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