Velina Fonseca Lago en su errancia poética

Néstor E. Rodríguez/Especial para En Rojo

 

La poesía del Puerto Rico actual revela no pocas sorpresas. Entre las más impactantes, sobresale la artesanía de figuras con escasa presencia en el mundo editorial, aves raras que amasan una producción considerable diseminada por los circuitos del boca a boca. La poesía de Velina Fonseca Lago es uno de esos acontecimientos felices.

Fonseca se formó como lectora con Julia de Burgos y Neruda como sus dioses tutelares. Esa precoz educación literaria la impulsó en la adolescencia a ensayar la escritura poética para desgracia de sus maestros en el Colegio San Antonio de Río Piedras, que la pasaban mal intentando sacarla de sus borroneos.

En el programa de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico encontró gente afín con la que expandió sus horizontes literarios. Al terminar la carrera, se impuso otros destinos. Pasó ocho años en Argentina llevando una existencia itinerante, período en que consolidó su oficio de escritora de poesía y narrativa.

Para W. H. Auden, el valor del poema “está en decir la verdad, en desencantar y desintoxicar”. La poesía de Fonseca ilustra esta máxima al hacernos partícipes de una verdad urgente, la de la odisea de un sujeto en tránsito, como el que se dibuja en la poesía de Vallejo y en la de Pizarnik. Es una poesía que se aleja de los lugares comunes y el acento formulario en el tratamiento de lo íntimo, y esa es la marca más saliente de su indiscutible singularidad. En ella hay un sujeto que observa con atención distante los espacios y ritos del afecto sin otro empeño que registrar los pormenores de ese acaecer.

A continuación, tres poemas inéditos de Velina Fonseca Lago:

La casa

 

Por qué no vivimos en esa casa? Habría tenido que buscarte por todas las habitaciones, en el jardín, dentro del molino. No me esperaste para llegar a caballo a la casa y por eso no la vivimos. Te acuerdas de mí? Sigo sentada en la entrada, a una gran distancia de la entrada. Tú estás en la cocina llorándome y comiendo de nuestro pan? Recuerda que lo hice para ti. No me dejaste vivir y nos fuimos. Te encerraste y me encerraste. Ahora la casa tiene más habitaciones, una más sucia que la otra, cada cual infranqueable, las hay sin piso, sin paredes. Cómo íbamos a levantar esos escombros? Cómo hubiera sido posible que tú y yo solamente? La casa necesitaba demasiada atención y cuidado antes de osar entrar en ella. A ti tal vez ni te importaba. Habrías inventado maneras para vivir. Porque tú tenías algo que yo no. Tú podías estar en la casa y yo no. Y a mí de todos modos me encantaba, la extrañaba sin vivirla, la sentía dentro de la piel, me pertenecía como si la hubiéramos parido con amor, sin conocerla, imaginando cómo sería, el rostro que tendría, con qué intensidad nos miraría de vuelta. Hoy creo que creció. Tal vez ya no está tan linda hecha pedazos de otra dimensión. Te visitaría en el pozo siempre que estuvieras presente. El pozo estaba en el centro. Seguirá estando ahí o me perderé mil veces antes de llegar? El molino tarda tanto en abastecerse. Tú tardas tanto en irte. Yo me tardo, porque vivir ahí es tan despacio, porque siento con mucha lentitud y cada día el viento trae algo distinto y todo se mueve. Quiero invitarte a pasar, no hay luz, nunca hubo luz, vamos a tomarnos las manos.

 

 Si vieras a Laura vivir

 Si vieras a Laura vivir; esto da vergüenza, esto apunta a muerte silenciosa si vieras a Laura entre las plantas besando los surcos y con el hacha sólida; esto da miedo y da pena. Nadie tiene tanto cuerpo incrustado en el cuerpo como la tierra donde se levanta el pulso de Laura, de niebla alrededor de la casa que ella hizo sola algún invierno embarazada; esto da ganas de cerrarlo y no volverlo a ver. De vez en cuando me aparece el signo de la hierba en la frente y se vive algo de montaña gigantesca que habla al descampado de saber de repente las personas; si tú vieras quién es ella por cómo se resiste de a caballo, por mucho que uno quiera no le alcanza; mi vida me ha hecho yo y a Laura ha dado vida para verla guarecerse bajo el cielo que hoy estalla.

 

Mis hermanas

 

No hubo una que pudiera remediarlo

De cansar las dudas les basta a mis hermanas

Yo ando sola a caballo sin mañana

Ellas se mecen en las playas

He atrapado sus rastros de pequeñas sorpresas

El cuarto oscuro sin sus soles tostados de trenzas de tres

Yo vi el tres por todas partes, tres ojos, tres gritos, tres riñones

Me acosté en la arena a esperarlas y llegaron con amores, con traiciones, con sobrinos

Cruzo la mitad de los apartamentos, las casas, los montes no vividos que quisiera dibujar

Ellas están soñando en ruinas en sueños en que llegas tú a despertarnos

Al árbol donde no hemos podido treparnos sin ayuda de madres salvajes

Sin la insignia de padre sin

Yo he costeado la tragedia verdemar que corre sin cortina con

Son mis favoritas caracoles que sentamos a mirarnos

Los vientos que han rodado con o sin saberlo como eran

Mis hermanas estelares

Mi música a tres voces tristes y alegres

De tres manos suaves y fuertes

Que embisten tres disparos mortales

De tres hermanas de antemano

Trenzadas con fuego, agua, aire

Con la tierra brillante

Hechas un embarre.

 

 

Artículo anteriorFilmes hermosos encontrados por accidente: documental
Artículo siguienteSerá otra cosa: Un fantasma llamado Deusdedit