“Vieques podría ir en una dirección maravillosamente buena. O podría desaparecer”

 

Entrevista a Bob Rabin

Especial para Claridad

Hago el ejercicio de intentar imaginarme a “Roberto Rabin” (énfasis en la í, como se le llama aquí) en el paisaje bostoniano y no lo logro. No puedo desvincular esos rizos sueltos, el andar medio parsimonioso y esa forma de expresión cerrera, siempre cómica, de los relieves de su lugar en el mundo: Vieques, Puerto Rico.

Hace ya unos meses, en una visita a Vieques, sin planificación alguna, decidí aprovechar la ocasión para entrevistarlo, después de muchos años sin hacerlo. Bob Rabin fue uno de los líderes más visibles de la lucha por la desmilitarización en Vieques y, durante aquellos tiempos, en Claridad contábamos con sus comentarios e impresiones casi semanalmente.

Rabin nos recibió en la casa que adquirió hace más de 40 años y que hoy está rodeada de tremenda enredadera de parchas. Ahí sigue como siempre, con su compañera Nilda Medina, la razón primordial de que este bostoniano se convirtiera en viequense, y con sus proyectos siempre a cuestas. En los últimos años, algunos de estos han sido, aparte del Museo Fuerte Conde de Mirasol que dirige hace mucho tiempo, la creación de Radio Vieques, del Archivo Histórico de Vieques y su atención médica por su tratamiento de cáncer, entre otros asuntos.

A continuación, un extracto de la conversación que tuvimos. En la edición digital de CLARIDAD podrá encontrar una versión mucho más amplia de esta entrevista.

 ¿Siempre he sabido que tú llegaste a Vieques de estudiante, como para hacer una investigación del militarismo. Háblanos un poco de tu crianza en Estados Unidos y de cómo fuiste interesándote por eso que eventualmente te trajo aquí a Vieques.

Sí, así fue. Pues yo me crié en un pueblo en las afueras de Boston, una sección industrial de la ciudad, donde había muchos tanques de petróleo, una fábrica grande de energía eléctrica, había aviones. Me acuerdo cuando jugaba en las pequeñas ligas, el parque estaba en medio de las fábricas. Cuando estábamos jugando y se prendían los motores nos teníamos que gritar porque no nos escuchamos. El pueblo se llama Everett.

¿Tu familia era norteamericana?

Sí. Mis abuelos llegaron de Rusia-Lituania, en principio del Siglo XX, parte de esa migración enorme de judíos que salieron de la represión contra los judíos en Rusia y en el este de Europa.

¿Eran judíos entonces tus abuelos? ¿Tú eres judío?

 Sí, desde niño, por parte de mis padres. No eran practicantes, ellos nunca se envolvieron mucho en ese aspecto religioso, pasamos por el Bar Mitzvah, mis dos hermanos, ese rito de pasaje a los 13 años, pero eso era como el cenit de nuestra práctica en el judaísmo. Mis padres eran simplemente gente muy buena, los dos eran gente muy dulce. Mi papá trabajaba en un periódico pequeño de pueblo, algo como el Vieques Times o quizás como Claridad en términos de periódico pequeño. Él hacía los anuncios, dibujaba, tenía talento con los dibujos y diseñaba los anuncios en el periódico y hacía los contactos con los anunciantes, gente muy buena.

¿Cómo se llamaba tu papá y tu mamá?

 Edward, él murió a los 93 años hace como tres años y mi mamá también murió el año pasado a los 92 y se llamaba Sally y le decían Sadie, un nombre muy típico judío.

¿Y vivían allí en ese pueblo todavía?

Mi hermano, el menor, sigue en la misma casa donde nos criamos. Era una casa de dos pisos, y ya con la muerte de mi madre, mi hermano y la esposa se mudaron al primer piso y mi otro hermano vive en un pueblo no muy lejos, Arlington. Somos tres hermanos, yo soy el del medio, el problemático.

¿Cómo fue que tú te fuiste desarrollando hacia esos intereses , antiimperialistas, o cómo tú los definirías?

 Fue en la Universidad y, sí, diría así mismo, antiimperialista, en algunos momentos marxista, tal vez leninista, pero hasta en la escuela superior tuve ciertos intereses, por ejemplo, por el español. No sé por qué me atrajo mucho el español, cogí clases en escuela superior, y en el último año de escuela superior empecé con un proyecto de enseñar inglés en un sector puertorriqueño del pueblo nuestro, que se llamaba La Línea, porque estaba en la misma línea fronteriza con la ciudad con Boston. Iba a las casas de la gente, y yo más que nada para practicar mi español. Después en la universidad me especialicé más en Sociología porque también estaba desarrollando un interés en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina y ahí viene el tema del antiamericanismo, el anti imperialismo, el capitalismo, qué significa. Y era la época de Chile, que fue para mí una inspiración, la revolución de la Unidad Popular. Terminé la universidad para 1976, un bachillerato con una doble concentración en Sociología e Historia, y un menor en español.

¿Estudiaste allí también la Universidad, en Massachusetts?

 Sí, en la Universidad de Massachusetts en Boston. En ese momento estaba a $70 u $80 el semestre, bien barato y uno iba en el tren o en carro con los amigos, y es una universidad excelente, una diversidad de estudiantado, personas mayores, muchos veteranos de Vietnam, mucha gente de color. Para mí, la universidad fue una experiencia abre mundo, abre mente, un grupo de excelentes profesores, todos jóvenes, brillantes, con doctorados en Historia, Sociología, Filosofía, un equipo que se conocía como la quinta columna de esa universidad. Entonces como fui progresando en esa línea antiimperialista, hice una certificación también en educación bilingüe y empecé a trabajar en las escuelas públicas de Boston poco después de graduarme, en el 76.

¿De Maestro?

 Sí, de maestro de Historia y de Inglés como segundo idioma. (Eran) mayormente estudiantes puertorriqueños. Empecé el programa de maestría, estuve unos años como maestro, del 76 al 80. Tuvimos un proyecto muy bueno de empatar a los estudiantes anglos con los hispanos, porque había mucha violencia, muchas peleas. El estudiante anglo enseñaba inglés al puertorriqueño, y los boricuas enseñaban español al anglo y era una cosa bien interesante donde se veía ese intercambio positivo, dentro de un contexto de mucho odio, de mucha violencia. Simultáneamente, me había metido en ese programa de maestría de estudios latinoamericanos y estaba trabajando el tema de Chile, el golpe a Allende.

Esto fue entre el 78 y 79, cuando está lo de la Marina aquí en su apogeo…

Sí, y yo escuché algo de eso pero realmente no conocía mucho de qué era Puerto Rico ni sabía lo que era Vieques. Estaba trabajando en el problema de Chile, solicitando un fellowship. Fui seleccionado entre el grupo de la parte este de Estados Unidos y fuimos a la ONU para una segunda ronda. Mi directora de tesis, que en paz descanse, Susan Snyder, comunista-latinoamericanista, me dijo: ‘Mira, si tú vas allá donde esa gente y le dices que quieres ir a estudiar sobre el Golpe, ellos no te no te van a hacer caso’. Así que tuvimos que inventar un proyecto académico que parecería más suavecito para esta gente, entonces era sobre los cabildos latinoamericanos en el siglo 19.

Pero estaba escuchando más y más en esos tiempos del tema de Vieques, particularmente en el 1978 cuando surgieron los primeros arrestos: los pescadores viequenses estaban paralizando maniobras y vino al pueblo nuestro un grupo puertorriqueño del área de Boston que eran Vieques Support Group y pusieron una presentación de vistas fijas y yo dije ‘no, esto sí que es un tema de tesis, Puerto Rico, que es una colonia de Estados Unidos, tengo estos estudiantes puertorriqueños’.

Y cambié el tema y empecé a buscar información sobre Vieques y cuando menciono esta situación a la directora de mi tesis, pues ella tenía un buen amigo que tenía la Casa del Francés aquí, Irving Green Black. Me puse en contacto con él e hicimos un arreglo de yo venir para julio de 1980. Yo vendría por tres o cuatro semanas y, a cambio de limpiar la piscina, hacer un poco de bartender, hacer desayunos, pues me daría cuarto y comida y yo podía estar en Vieques tres o cuatro semanas, entrevistando personas sobre la presencia militar. Y se me fue la mano.

¿Y a quiénes entrevistaste?

 Entre los nombres que yo tenía en mi lista de contactos de personas de la lucha, estaba Víctor Emeric, que era del PSP, fundador aquí, y alcalde popular por muchos años en Vieques. Él, con Ismael Guadalupe, eran como un binomio de la izquierda en Vieques. Los entrevisté. Y entonces Víctor me traía semanalmente CLARIDAD a la Casa del Francés. Y en un momento él entra una tarde con esta muchachita, lo más bonita, que era una nueva maestra que había llegado de la Isla y era Nilda (Medina, su compañera).

Yo estaba viviendo entre la Casa del Francés y esta casa donde estamos ahora, porque en ese segundo año terminé con esta casa. Los dueños de esta propiedad, de familias aliadas, Don Pepe y Doña Laura, me decían ‘mira, estamos vendiendo una casa, quédate acá, encuentra una muchacha’. Yo no tenía ninguna idea de quedarme en Vieques, pensé que me quedaría un año tal vez, tenía la actitud anti propiedad, socialista joven, anticapitalista, tampoco tenía el dinero para estar pensando en comprar una casa, ni ningún familiar que me fuera a prestar dinero para eso. Pues él seguía y, en algún momento, yo vine a mirar la casa. Me la estaban ofreciendo en $6,000 con título y todo. Se lo mencioné a Irving, y él me dijo: “Si quieres, yo te los presto, y me vas pagando poco a poco”. Y de alguna manera las cosas se movieron a comprar la jodía casa esta, y me quedé de momento con una casa aquí.

Y entonces Nilda viene, está alquilando la casa detrás de la mía, que era de Pedro Baigés Chapel. Ya estábamos viéndonos mucho, yo estaba durmiendo acá más tiempo y cuando me doy cuenta de que ella está alquilando la casa de atrás, entre los alambres de púa fui a pedirle prestado un poco de azúcar, como en las películas. Cuando Don Pedro iba a tumbar la casa de madera y hacerla en cemento, ella tenía que salir y le dije ‘pues vente pa’ca’. Y pusimos dos cajones de leche y una pieza de cristal que tenía tablillas y le dije ‘pon tus cosas ahí’ y se quedó con la casa. Ya van cuarenta años más o menos.

 ¿O sea, que tú te quedaste a largo plazo por Nilda?

 Sin duda ella tuvo una gran influencia. Entonces comenzamos el trabajo, yo estaba trabajando todavía en la Casa del Francés y Nilda en la escuela y, en las mañanas, antes de ella ir a la escuela, pasaba por la Casa del Francés, nos veíamos frente al gate de la base y los dos piqueteábamos. Hicimos eso como por un año los dos solos, de siete a siete y media. Había gente que nos gritaba ‘comunistas, váyanse pa’ su casa’, cosas así, y de vez en cuando llegaba uno a unirse. Entonces creamos un proyecto cultural. Presentábamos documentales de América Latina con un proyector de 16 milimetros, de rieles grandes contra la pared de cualquier edificio, y una pequeña bocina.

¿Cuando tú llegaste, para esa época, ya estaba en picada el Partido Socialista?

 Estaba el Partido Socialista, el PIP, todos tenían la palabra socialista en su literatura y, por lo menos para las elecciones del ochenta, el PSP tenía una pequeña oficina. Estaban Víctor, Ismael, Dondo.

Había pasado ya el 79 aquí (en Vieques), que hubo desobediencia civil y hubo arrestos.

Carlos (Taso) Zenón liderea pescdores. Foto Archivo CLARIDAD

En el 79 fue el arresto de los veintiuno, la muerte de Ángel Rodríguez Cristóbal, Ismael (Guadalupe) pasó seis meses en una cárcel en Estados Unidos. Fue una época de mucha represión, porque estaba el FBI, la inteligencia militar, especialmente después del ataque en la Base de Sabana Seca, donde mataron a unos militares en venganza por el asesinato de Ángel en la cárcel de Tallahassee. Había mucha represión y los militares crearon unos proyectos económicos para dividir la comunidad, identificar el liderato, ofrecerles trabajos que duraron un año máximo y después desaparecieron. (Trabajos de) siembra, en las fábricas, en algunos casos ellos muy inteligentemente cogían gente conocida de la lucha y le daban trabajo en la fábrica militar. Pusieron uno hasta de guardia ahí en la misma calle donde todo el mundo pasaba para que lo vieran y la gente dijera : ‘mira, este es de la izquierda y está trabajando con los militares’. Era para crear esa desilusión entre la gente.

¿Y ya existía aquí ese liderato de mucha animosidad, había sectarismo, o había trabajo en conjunto?

 Había mucha pugna, mucha pelea entre los líderes de la Cruzada Pro Rescate de Vieques, por ejemplo. Había gente que no se hablaba y los hijos se iban a los puños hasta el otro día y, en cierto sentido, se continúa a pesar de los matrimonios, incluso entre familias. Pero sí, hubo muchas pugnas internas de personalismos, algunos por egoísmo y otros porque fueron provocados por agentes internos. La Policía tenía una muchacha que era casi secretaria de la Cruzada, una agente de la Policía, era la época de las carpetas.

¿Qué después fue Comité?

 El Comité fue después, en el 1993. Estamos hablando de los 70 y principio de los 80, en la Cruzada está Lydiana Cruz Emeric, Berín Rivera, Taso, Ismael Guadalupe, entre los portavoces principales, entre tantas otras personas, gente interesante. Hubo unas pugnas por posiciones políticas en las elecciones del 80, y eso exacerbaba lo que ya había de pugnas personales.

Así que, ya temprano en los 80, ese movimiento organizado empieza a deshacerse. Entonces estamos Nilda y yo, imagínate, Nilda que viene de la Isla y yo que vengo de Boston, que tengo que ser espía, agente, y lo decían. Casi toda mi vida aquí en Vieques, hasta el día de hoy, seguramente todavía lo dicen. Y que Nilda cayó embobada por mí, así que viví con esa situación por muchos años. Bueno, hasta estando en la cárcel en las más reciente época, yo estoy chupándome seis meses en la cárcel federal (y todavía decían que era agente).

Eso fue en el 2002, y en la cárcel alguien me dice: “Mira, Seijo está diciendo que tú y que eres agente, que tienes tres números de seguro social, que no estás realmente en la cárcel, que estás en algún sitio lujoso, que te tienen los militares”. Uno de los presos me dice: “Mira Rabin, parece que tienes un buen amigo ahí en la televisión”. Eso entre otras señales que tuvimos de gente diciendo locuras.

Rabin, tú estuviste en la cárcel esa vez, y mi recuerdo es que te metían hasta en el calabozo. ¿No es cierto?

 Bueno, le dicen calabozo, pero es el hoyo. Yo no quiero menospreciar lo malo que es eso, pero no es un hoyo en la tierra, es una celda donde estás aislado. Era como una fila de aislamiento, el special housing unit, y la diferencia es que tenías que estar ahí de 23 a 24 horas, no te dejaban salir. Para mí, por un tiempo, parecía algo lujoso, porque tenía una celda para uno solo en la cárcel. Pero eso no duró siempre. Estuve como tres veces en el hoyo, cada vez como por seis o siete días. En la primera, no sé si estuve solo todo el tiempo, pero en la segunda tuve un muchacho, que yo bajé para visita o algo, y cuando regreso hay un muchacho jovencito, quizás de 18 o 20 años, de Naguabo, que era un esquizofrénico, con un problema bien severo. En la mesita tenía como 20 botellitas de pastillas que él tomaba, un muchacho que él me parecía muy bueno, como yo era mayor que él pues él me dejaba la cama de abajo. Era muy humilde en sus expresiones, me contaba cosas de su vida, y me decía “yo no maté a mi papá por malo”, cosas así (se ríe).

Gente buena, realmente conocí gente muy buena. Hay uno con quien todavía nos escribimos, ‘Petete’. Creo que está en algún sitio en Arkansas, preso todavía.

Y un palestino, no recuerdo el nombre, lo tenía en la celda de al lado y llegamos a un acuerdo. A las 12 del medio día en Radio Universidad había un programa de música árabe, Marhaban, y yo le prestaba mi walkman y él me hacía un café negro, un muchacho muy bueno.

 En todos estos años aquí, tú has llevado tantas luchas, no solo la de la Marina, sino también luchas culturales.

 Hubo unas luchas culturales, recuerdo que Nilda y yo cuando estábamos trabajando juntos en la Escuela Adrian Serrano acá, aquí en la Esperanza donde está la escuela elemental Juanita Albert, era un edificio viejo y los nenes pequeños, de primero a tercer grado, tenían una letrina, pero una letrina que eso era como de otro mundo, terrible. No tenía ni siquiera asiento, era simplemente el canto cemento, el hoyo, unas piezas de zinc podridos, el señor que tenía la tienda, el Colmado Lydia, iba cada semana al fin de la semana y le echaba creso o algo así para matar todos los insectos y bacterias y ese era el baño para los niños de esa escuela. Pues Nilda y yo tomamos fotos, que ampliamos 8×10 y las poníamos en unas planchas de playwood y las llevábamos a distintos sitios en Esperanza como por dos o tres semanas.

Eso fue entre 82 a 85, y recuerdo en un momento un domingo, dándome una cerveza en la Copa de oro, pensé: ‘No, nosotros no podemos dejar eso abierto’, y fui a casa, busqué unas planchas de madera, clavos, una linternita porque ya estaba oscuro, y clausuré la letrina y puse una nota: Esto está fuera de servicio, alguien arregle esto por favor. Y al otro día vinieron la policía a mi salón de clases para citarme ante el juez.

¿Tú eras maestro en esa escuela?

 Era maestro en la escuela intermedia, arriba en la loma. Pero esta era la elemental. Y pensé: ‘aquí me jodí, aquí pierdo el trabajo, o me meten preso, no sé. Porque el juez Benítez era súper pro-Marina, ya nosotros éramos conocidos aquí como anti Marina, los comunistas. Entonces voy al juez y está el gerente escolar, el director del Departamento de Salud, que era del PIP, entonces ellos dos difamándome: ‘mira, no tiene nada que ver, él no trabaja allá’. Y entonces el juez me pregunta ¿qué me puede decir? Y le digo: ‘Mira juez, en serio lo que hice yo, no tenía el derecho legal de hacerlo porque yo soy maestro, no doy clases en esa escuela, pero todos esos niños son vecinos nuestros, sus papás viven cerca de nosotros, y yo como ser humano no podía permitir que esa situación siguiera así’. Y de momento el juez me dice, como gritando un poco: “pues sí, hiciste mal porque no tienes ningún derecho y tienes razón, esa no es tu responsabilidad. Pero ustedes dos -y mira hacia los otros- ustedes dos deben ponerse a hacer su trabajo”. Así que los regañó a ellos y se acabó la sesión y dijo pueden irse. Así que me quedé un poco patidifuso, pero esa fue nuestra lucha por las letrinas.

 ¿Cuándo ustedes piqueteaban ahí todos los días, ustedes imaginaron que iban a llegar al punto que vivieron, tantos años después? ¿Ustedes imaginaban que de verdad iban a ver la Marina fuera de Vieques?

 No. Yo creo que era una cuestión de deber en los dos, sentíamos que teníamos que hacer algo. También vino acá gente del PSP, del MPI, de la Federación de Maestros, vinieron a trabajar y ayudar en la lucha.

Y tantos años después, ya van como veinte años desde que se fue la Marina, desde el 99 y en el 2003 es que sale finalmente. Y yo sé que hay muchas frustraciones de todo lo que no ha ocurrido después de esa lucha, ¿cómo tú piensas después de haber logrado esa victoria, de las más importantes en toda la historia de Puerto Rico, y que seguirá siendo referencia de resistencia?

 A nivel personal uno se siente muy bien, que me dejaran participar en algo tan importante, tan cercano a mi pensar y a mí, que desde que iniciamos ese trabajo en el ochenta hasta el 2003, no hubo un día que no estuviéramos dedicando nuestras vidas a la lucha de la presencia militar. Estábamos recibiendo grupos en todo momento, en distintas maneras, recibiendo grupos internacionales, haciendo algo. Para mí es un honor haber podido participar de lleno en esa lucha grande y participar con gente que en años anteriores habíamos tenido fricciones pero gente de la lucha.

Yo recuerdo en el momento de la muerte de David Sanes, estábamos por subir a Monte David con cincuenta cruces, una cruz para cada año, como quince botes desde Esperanza con un montón de gente, y recuerdo que en la playa me fui acercando a Zenón (Taso), porque él y yo habíamos tenido como una discrepancia, él estaba seguro de que yo había sido un agente que habían enviado acá por un tiempo, pero como quiera yo me acerqué a él para decirle que me sentía muy orgulloso de haber participado en esto con personas como usted. Y con Ismael tuvimos cierta diferencia pero realmente era una persona súper importante acá y muy brillante y con otra gente humilde que no se conocen como parte de ese liderato, en la lucha histórica aquí, como fue Berín Rivera y como fue Lula Tirado, que siguió y cuando nosotros creamos en el 93, Nilda, Ismael, yo y otro grupo de personas el Comité Pro Rescate y Desarrollo de Vieques. Recuerdo que Lydiana Cruz Emeric (QEPD), rapidito se puso a trabajar con el Comité, entre tanta otra gente, el Dr. Rivera Castaño, Toñín, que también murió, un epidemiólogo viequense y alguno que otro joven, Pimentel, que fue asambleísta aquí popular, el asambleísta más joven en todo Puerto Rico.

Pero sí, tú sabes, yo me siento súper bien que se pudo lograr esa gran victoria. Fue una gran victoria, con una lucha tan amplia con una participación tan diversa en la comunidad, con la Alianza de Mujeres, las iglesias, con políticos de los partidos por lo menos los populares, los independentistas, los estudiantes, los jóvenes. Y después en Puerto Rico el país entero, hasta los pentecostales, una cosa loca, una cosa impresionante. Así que haber participado en eso y hasta el tiempo en la cárcel, todo fue como un honor o privilegio el que yo siento.

Ahora, con lo que ocurrió después y la falta de continuidad, porque realmente en estos años no ha habido y no hay grupo alguno, trabajando consistentemente con la descontaminación, con la devolución o por un desarrollo comunitario sostenible. Hay algunos proyectos que han trabajado algún escenario como es el proyecto de salud de Vieques al Rescate, mayormente con la Alianza de Mujeres que se formó ese grupo para trabajar con mujeres pacientes de cáncer. Es lo que creó la incubadora para las microempresas en Vieques para lidiar con el tema de desplazamiento poblacional y para tratar de empoderar a la gente aquí en algunos sectores de la economía local. Hay alguna que otra protesta cada seis meses pero, como digo, ningún proceso consistente.

¿Por qué tú crees que ha pasado eso?

 No sé por qué, tendría que pasar un rato con un buen análisis sociológico, político, antropológico y psicológico.

¿No será en parte porque hay tantas y tantas carencias y necesidades aquí, urgentes?

Todos son temas urgentes, todos son de vida o muerte, en la salud es obvio que estamos hablando de la vida de la gente. No hay un movimiento aquí pro hospital de Vieques, hubo una actividad, hubo unos bloques en la plaza y eso duró un par de semanas. No hay. Sobre el desarrollo sostenible de este tema de desplazamiento, que es vida o muerte no para la gente solamente, es vida o muerte de la comunidad completa como tal, de la cultura viequense como tal. Y no hay grupo alguno trabajando, y yo creo que todo esto obviamente tendrá sus explicaciones o uno podría ir analizando porque son muchos factores, en la inmediatez después del cese de los bombardeos, pues hubo un momento de respiro, la gente tenía que respirar.

Déjame decir esto también, si no hubiera sido por el apoyo, la solidaridad y los sacrificios y trabajo de la gente de la Isla Grande y de la Diáspora, la Marina estuviera aquí bombardeando todavía. No tengo dudas de eso, esta lucha no la ganó la gente de Vieques, la ganó el pueblo de Puerto Rico. Perdóname el pueblo de Vieques, pero así es.

Bueno, es que una lucha de esa envergadura, tenía que ser con una escala mayor que la viequense.

Sin duda, la gente en Chicago, Nueva York, Filadelfia, haciendo su trabajo, obviamente motivados por el pueblo de Vieques que se quedó, que siguió luchando por décadas, por las muchas acciones de desobediencia civil, que también eran mayormente de gente de la Isla, pero con una participación principal de gente acá organizando, coordinando, los pescadores moviendo la gente, así que era una combinación de fuerzas, pero solos no hubiéramos podido hacer eso. Y viene el cese del bombardeo y muchas de esas personas, y grupos, entidades de la Isla Grande, también tenían otras luchas que atender, que habían quizás abandonado y dejado para venir a socorrer y apoyar a Vieques. Y cuando se empieza a desmoronar, a romper los grupos locales que dentro de cinco años después del cese del bombardeo,  ya no existían, ni la Alianza de Mujeres, ni el Comité Pro Rescate, ni la juventud por esto, ni los caballeros de la lucha, ninguno, (todos) se deshicieron por distintas razones. En algunos casos, como nuestro Comité, como hizo la Alianza de Mujeres, se rehicieron como Vieques al Rescate trabajó en salud; parte de miembros del Comité hicimos proyectos, como Nilda con la incubadora,  otros fuimos a establecer Radio Vieques, pensando que eran dos cosas que podían continuar en un momento de lucha. Pero una nueva generación no la preparamos ni apareció. No sé si hay que preparar una nueva generación, o como es eso… Pero no hubo un relevo

En Puerto Rico, se habla mucho de la Generación del YO no me dejo, que son mayormente veinteañeros, jóvenes que heredaron la austeridad, la carencia. Estos jóvenes ya viven en un país saqueado y sienten que no tienen nada que perder por luchar. ¿Esa generación se ve aquí en Vieques?

 Mira, yo tengo que decir que esta es la primera vez que aparece, por ejemplo, en la papeletas de las elecciones, algunos cuantos jóvenes, algunos que reciben nuestro favor y otros no. Pero hay un grupo bastante considerable en Vieques de cinco o seis jóvenes, algunos candidatos independientes, otros en papeletas del PIP, por ejemplo, pero no se han traducido a un trabajo comunitario en estas áreas. Un poco de trabajo de acupuntura, que es importante; algunos que están metidos en uno que otro proyecto agrícola pero, de nuevo, tampoco son tantos. En estos temas cruciales como el desplazamiento poblacional y el desarrollo sostenible o el tema de la descontaminación sí que son jóvenes que van al piquete que coordina Mirna, cada vez que la Marina hace una vista, pues Mirna con el grupo Vidas Viequense Valen, hacen un piquete en la plaza, pero eso es cada seis o nueve meses y vienen los nietos de ella y traen a sus amigos y son gente joven. Pero no puedo decir que yo veo acá una generación joven envuelta diariamente en esas luchas políticas que entendemos que son cruciales. Tal vez a través de las otras cosas también surge.

 

Bob, yo recuerdo que en el campamento Luisa Guadalupe recibí mis primeros gases lacrimógenos como reportera de CLARIDAD. Salí bien asustada porque no podía ver ni respirar y me encontré sola. Cuando logré llegar al Campamento Justicia y Paz, me quejé contigo, Bob y me dijiste “cállate, no digas nada, que si no, los viequenses se van del piquete”. Siempre me dejaste con esa idea de no hacer un issue para que la gente no se asustara y se fuera.

Doña Isabel Rosado, fiel manifestante de la lucha viequense, durante la actividad del Cordón Humano celebrada el Vieques. Foto alina Luciano

Nosotros teníamos muchos momentos de pugna, muchos momentos incómodos porque sabíamos que había mucha gente en el área de Luisa Guadalupe, en Justicia y Paz, que estaban tirando todo lo que tenían con todo lo que tenían al otro lado de la verja de los militares, y obviamente los militares respondían. Entonces nosotros estábamos describiendo todo el tiempo que esto es una lucha de justicia y paz, esto es una lucha de desobediencia pacífica y aunque uno entiende el deseo de tirar una piedra, pero nos crearon una contradicción, particularmente en Justicia y Paz, que venían familias enteras, con bebés, con niños y piqueteaban. Aun después de los gases, las familias se quedaban, pero era una pugna, una pelea. Entonces nosotros les planteamos ‘mira, si quieres tirar, si vas a hacer algo, hazlo en otro sitio, no lo hagan acá, porque nosotros estamos diciendo que esto es así y nos desacreditan’.

 Nilda Medina: Teníamos la cara de que éramos una gente que buscaba la paz y que la Marina nos afectaba esa paz y, en ese sentido, era estratégico. Nosotros discutimos cómo podemos adelantarnos a un monstruo como este, que era como David y Goliat y entonces no podíamos pelear con Goliat porque no hay forma, o sea: ¿Cómo yo te desarmo a ti? Y eso fue más o menos la estrategia que se utilizó. Así que sí se hizo una evaluación de cómo acercarnos a esa nueva lucha, porque cuando estaba la Cruzada eso era guerra, pelea aquí, pelea allá y no podíamos, estábamos siempre perdiendo. Lo que hicimos fue una estrategia para entrarle a la gente. Y era que nosotros queríamos paz y nadie podía negarse a querer paz.

Bob: Empezamos a entender el poder de la desobediencia civil pacífica y empezamos a admirar otras luchas, Marthin Luther King, Gandhi y los demás y a entender que tiene mucho sentido. Y nosotros no teníamos ningún problema de una violencia contra la propiedad como la verja o a un camión, pero no tirábamos piedras y cosas a los militares: uno porque entendíamos que era una estupidez, porque a los militares no les importa un carajo unas piedras porque ellos están preparados para cosas más grandes, y tienen rifles y tienen granadas, así que si vas a pelear, búscate una buena arma y pelea de verdad, pensábamos. Porque aquí la desobediencia civil pacífica animaba también, creo yo, al resto del país. Y le permitía a la gente participar, porque creían realmente que estábamos dedicados a no ser violentos como decía la policía, como decían los militares, como decían los derechistas pro Marina, que eramos nada más que un grupo buscando provocar violencia.

Entonces cuando dentro de nuestra propia gente, por distintas razones, había gente que públicamente estaba tirando, pues nos creaba un problema.

Nilda: Ese campamento lo montamos nosotros, o sea el Comité Pro Rescate, pero la Marina empezó a abrir este espacio acá, porque nosotros no dejábamos que salieran por el espacio que nosotros le quitamos. Entonces estaban tratando de abrir una brecha para salir. Recuerdo que ahí parte del Comité se movió para acá para estropear el paso, y entonces hicieron un campamento de lo más atractivo porque tenían una política diferente,y yo pienso siempre, y es mi opinión personal, que bueno que se dio allá y no se dio acá, porque podíamos tener dos frentes, este frente que era el Comité que representaba la lucha y este otro que era un grupo de disidentes y entonces esos les tiraban con todo a la Marina, o sea, los jóvenes. Pero eso es parte del aprendizaje de la lucha y creo que las luchas en Latinoamérica, siempre tienen dos frentes, el revolucionario y el que da precisamente el frente al público, los que dan la cara.

Bob: Era también donde los universitarios… para sacarles ese stress que tenían de ser revolucionarios, como veían en los documentales de América Latina, cubrirse la cara y tirar, pues venían y hacían, y obviamente tenían su derecho de luchar como quisieran y no tengo ninguna duda de que aportó algo a la lucha, porque se les permitió a esos sectores venir y participar. Pero nos causaban en muchos momentos altos niveles de estrés y dificultad porque entendíamos que la desobediencia civil pacífica gana si tiene mucha, mucha gente dispuesta a ser arrestada o coger golpes, porque entendíamos que eso inspiraba y, pues, fue un poco difícil.

Nosotros recibimos una carta en papel timbrado de Los Macheteros, firmado por Filiberto, diciendo que la lucha armada es importante, pero que en este momento respetábamos al pueblo luchador viequense por haber tomado esa estrategia de la desobediencia civil pacífica, que entendemos que es lo correcto en estos momentos. Así con eso yo me sentía más comprometido y más responsable, por tratar de lidiar con esa divergencia en la mejor forma posible.

Todavía se está luchando con eso porque siempre va a haber diferencia (de estilos). …son importantes todos.

Bob: Sí, los que se van a las 10 de la noche y los que están desde las 10:00 hasta la 1:00AM.

Nilda: Lo que nosotros no vamos a hacer es criticarlos, no seremos nosotros los que debemos levantar la voz contra esa gente que entiende que la lucha se puede manejar de otra manera.

Bob: Como quiera es desproporcionado el daño que les hace la Policía a ellos, no es proporcional a la piedrita que tiran.

 ¿Cómo imaginas a Vieques en el futuro a 40 años de lucha?

 Bob: Pues creo que Vieques está en un momento que podría ir en una dirección maravillosamente buena, positiva, chévere. De igual manera, podría desaparecer como el Vieques que se ha conocido históricamente y terminar como tantos otros lugares, controlados totalmente por otros de otra cultura, mayormente estadounidenses con poder económico, con el apoyo de los sectores buscones de la población local o politiqueros. Así que, dependiendo de la energía y la conciencia que puedan asumir estas nuevas o viejas generaciones ante estas realidades, además de las otras luchas de la salud, y de las lanchas, esta preocupación sobre el control de la economía de las tierras, de la propiedad, de la dirección de la economía, es realmente de vida o muerte para el pueblo y para la cultura viequense. Esperamos que los trabajos que se han hecho sobre ese tema, porque también en el Comité Pro Rescate trabajamos mucho sobre ese tema por muchos años y hay unas excelentes herramientas, como las guías para el desarrollo sostenible y mucho material que se ha producido con gente solidaria en el área del desarrollo y planificación, arquitectura.

De igual manera, los temas ambientales y de salud, hay mucho material que se generó a través de estas luchas, de estos años y décadas pasadas, que esperamos que en estos tiempos ahora se utilicen o se vayan inventando o creando nuevas herramientas y nuevas estrategias. Pero es realmente crucial si Vieques va a continuar como un pueblo con su cultura puertorriqueña, con una economía dirigida por la gente del pueblo, que responda a los intereses y necesidades de la comunidad. Si no se paraliza próximamente este proceso de desplazamiento poblacional y de apoderamiento extranjero de las propiedades, Vieques está en peligro de extinción.

 

 

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